Las científicas involucradas en la atención sobre el COVID muestran una frustración creciente al enfrentarse con los políticos, porque mientras los científicos recomiendan los políticos deciden aunque lleven a grandes conglomerados hacia una muerte potencial.
La pandemia del COVID 19 nos muestra claramente la distancia entre la ciencia y la política. La intuición política choca directamente con la información científica, pero es peor el choque entre la necesidad política que decide ignorar las recomendaciones de los científicos buscando una recompensa política.
La investigación científica no se constriñe por límites ideológicos o partidistas, los escenarios de progresión en el contagio no incluyen la plataforma del partido ni elementos religiosos, mientras que los políticos niegan los datos para promover sus posturas.
Los políticos aduciendo que deben proteger la economía, exigen abrir todo aunque se les demuestra que se tensará el sistema de salud y se ampliará el contagio, causando mayores daños en vidas y en la economía. Pero la arrogancia los lleva a imponer malas decisiones. Desafortunadamente este es un problema que se está ampliando en el mundo.
Y luego ahí están los charlatanes. Circula un video con un estúpido diciendo que el virus no mata sino la reacción química que provoca y que se abran las escuelas porque los niños no se contagian, sin importar los miles de niños contagiados o muertos por el COVID 19. igual circulan supuestas reflexiones sobre el daño que hacen las máscaras y cubrebocas.
Hay un abierto sabotaje a las acciones derivadas de las recomendaciones científicas con la intención de debilitar gobiernos y promover posturas políticas recalcitrantes. La necedad se ha apoderado de la intuición de muchos políticos y hoy más que nunca es peligrosa.