El debate sobre la pobreza debe ocupar un lugar fundamental en países como México dónde la pobreza se ha convertido en una traba estructural para el desarrollo y un obstáculo que frena el crecimiento.
El impacto negativo sobre la economía es indudable afectando al mercado interno, porque los pobres solamente pueden consumir productos de baja calidad lo que a final de cuentas les resulta más caro. Un dato estremecedor es que los pobres requieren hervir el agua que reciben muchas veces por pipas, lo que la encarece mucho.
La pobreza representa una cuestión moral debido a que le arrebata a la población la posibilidad de vivir dignamente y construir su futuro, muchos están condenados a vivir peor que sus padres o abuelos, lo que contraviene la noción de progreso entendida como mejorar.
Visto desde la hacienda pública, la pobreza genera presiones importantes que obligan a destinar recursos crecientes para frenar el deterioro personal y social, uno de los impactos importantes son sobre la salud, México sufre hoy de enfermedades relacionadas con la pobreza.
Los pobres tiene una educación deficiente lo que los lanza hacia ocupaciones con baja remuneración.
La amplitud de la pobreza genera altos índices de marginación, o sea comunidades que carecen de múltiples benefactores y carencia de estímulos para mejorar.
La pobreza se asocia con la injusticia, el despojo y la discriminación.
La pobreza también despoja los derechos políticos, encontramos que muchos pobres optan por vender votos para salvar el hambre, aunque sea momentáneamente, lo que los vuelve clientes políticos.
La pobreza se concentra regionalmente hundiendo comunidades completas, por eso tienen sentido los proyectos de desarrollo regional.
La pobreza es una causal de desplazamiento, ya sea nacional como internacional. Por eso adquiere relevancia la muy inteligente consigna:
Por el derecho de migrar, por el derecho de quedarse en casa”. Te vas porque quieres no porque la pobreza (y la violencia) te expulsa.