Carlos Ramírez
Luego del primer mes de campaña presidencial formal, las cifras, tendencias y percepciones estarían adelantando –en ese juego de palabras ya incorporado al léxico político-ideológico– el “cocimiento del arroz” electoral y lo que queda por saber es sólo si tendrá verduras, si será chino o cubano con frijoles negros o nada más al vapor.
En este primer mes de campaña ha quedado claro que en la oposición ocurrieron tres fallas garrafales:
1.- La candidata unitaria del PRIANREDE no entendió que su nominación era producto de un acuerdo entre tres partidos y no a su propia mediocre personalidad sin base política ni ideológica.
2.- La oposición careció de un diagnóstico real de lo que ha representado el lopezobradorismo como proyecto de masas y se desgastó con un discurso vulgar antipopulista.
3.- El populismo es la esencia del régimen político mexicano, y la oposición no lo entendió así: hemos tenido populismos de izquierda, bonapartistas, de centro y hasta neoliberales, pero a partir del hecho de que la sociedad mexicana es mayoritariamente marginada y fue acostumbrada por el discurso ideológico de la Revolución Mexicana a depender de prestaciones sociales.
La alianza opositora nunca pudo definir un proyecto ideológico: en 2018, el PAN y el PRD poscardenista combatieron al populismo neoliberal del priista-no-priista José Antonio Meade Kuribreña y en 2024 la facción neoliberal salinista del PRI se quedó en el vacío ideológico y sólo ha podido construir un grupo dirigente oportunista, con el error estratégico del 2018 y 2024 de no haber sabido elaborar un discurso de transición del régimen autoritario populista del PRI 1929-2018. El modelo salvavidas de gobiernos de coalición subyace en la alianza opositora, pero con indicios de que los tres partidos participantes sienten que se les cae la cara de vergüenza por aliarse publicamente con sus enemigos ideológicos históricos.
A pesar de haberse perfilado desde 1988 como una propuesta de movilización caudillista, apenas recién la oposición intelectual parece estar comprendiendo el significado del liderazgo de Andrés Manuel López Obrador y está descubriendo, como lo dice, no sin pena, Jesús Silva-Herzog Márquez en su artículo en Reforma antier lunes, que la propuesta del tabasqueño es un populismo como régimen.
La oposición intelectual se ha visto muy floja y bastante parcial en la reflexión sobre la coyuntura política ya bastante larga –de 1968 a 2024– sobre las características del sistema/régimen/Estado/Constitución priista y por lo tanto no ha sabido explicar ni explicarse lo que puede ser considerado como una fenomenología de la crisis: la alianza oximorónica PAN-PRI, la candidatura de Xóchitl Gálvez Ruiz y la desarticulación social de la oposición conservadora.
Sorprende que la oposición intelectual –incluyendo a figuras de la historiografía política reciente– sigan sin entender ni poder explicar a López Obrador que viene luchando por un proyecto desde 1988 y que obviamente –la ingenuidad en su máxima expresión– no llegó al poder con un proyecto de reorganización nacional para terminar su sexenio entregándole generosamente la República a la oposición conservadora.
Por si fuera poco, el debate político-intelectual sobre el populismo no se ha convertido en tema de discusión nacional y la oposición sigue sin razonar su propuesta y por eso su candidata representa un populismo vulgar, aunque de tipo neoliberal en tanto que sigue considerando a los pobres como una carga y quiere el regreso del beneficio del desarrollo para la clase propietaria de los medios de producción.
Finalmente, este primer mes formal de campaña ha demostrado que el país fue engañado por Carlos Salinas de Gortari, José Woldenberg y Lorenzo Córdova Vianello porque construyeron el discurso de una transición a la democracia que en realidad fue sólo una reforma electoral y que la falta de un verdadero modelo de transición de sistema/régimen/estado/Constitución fue lo que permitió la victoria del bloque populista que ya coció el arroz de la continuidad transexenal. López Obrador sabe que puede ganar las elecciones de junio próximo sin fraude electoral y con las instituciones electorales de Salinas, Woldenberg y Córdova.
Y al final queda la certeza de que no habrá restauración porque no hubo transición.
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Política para dummies: la política, oh sorpresa, tiene su teoría.
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