Diego Martín Velázquez Caballero
Pablo González Casanova exponía que el populismo constituía un arma de protección con doble filo para México. Por un lado, es una fuerza que alimenta la actitud ácrata de la mayor parte de los movimientos sociales y regiones caciquiles del país hasta casi reventar el frágil orden. Por otro, el populismo también constituye un factor auxiliar de las fuerzas armadas en la defensa nacional frente a una probable invasión extranjera, particularmente, de los Estados Unidos.
La militarización del país confirma que el Ejército Nacional, producto de la Revolución Mexicana, es la verdadera fuerza de la gobernabilidad en México. Las quejas sobre la fachada que la democracia guarda en nuestro presidencialismo, representan la frustración liberal modernizadora que los académicos evangelizadores occidentales tienen que vivir como permanente martirologio. Antonio Machado, Denisse Dresser, Jorge Portilla y Juan Linz confirman lo que Huntington establece, Iberoamérica está a años luz de ser occidental. Con pocos eventos en Latinoamérica, se comprueba de inmediato que el presidencialismo no funciona fuera de Estados Unidos, bueno, casi en ningún país. El presidencialismo autoritario mexicano nunca será como el presidencialismo de Estados Unidos. Lo que no implica falta de atención en la operatividad, manejo y seguridad del sistema. Fuera de Estados Unidos, el presidencialismo casi siempre termina en golpes de Estado.
México se resguardó de la dinámica presidencialista latinoamericana gracias a un Partido Oficial -entiéndase por el concepto la capacidad corporativista castrense- que coaccionó a las diferentes fuerzas políticas para resolver el problema de la sucesión presidencial y la administración pública. No fue sencillo, el Ejército de la Revolución Mexicana se enfrentó al imperialismo de la Iglesia Católica y de los Estados Unidos. No ganó, pero obtuvo un equilibrio paretiano que brindó una magra estabilidad nacional.
En forma novelada, Velasco Piña expone el mexicanismo de las fuerzas armadas que se desarrolla en un populista y confuso nacionalismo revolucionario, pero con una claridad autoritaria que se ejecutó muchas veces para conseguir la pax priísta.
La presidencia imperial quiere regresar, aunque el Partido Oficial ya no existe. ¿Será capaz el Círculo Negro de contener y coaccionar a las camarillas priistas que se encuentran dispersos en diferentes partidos políticos? ¿Podrá el Círculo Negro institucionalizar, otra vez, un Partido Oficial?
Que el militarismo es una variable inevitable en la gobernabilidad de los países extraoccidentales es un axioma de la ciencia política. ¿De qué militarismo se habla en México respecto del Círculo Negro? Durante el PRIATO, las fuerzas armadas constituyeron un bloque defensivo frente al imperialismo que obtuvo un colonialismo moderado. Hay muchas coincidencias entre el franquismo español y el nacionalismo revolucionario, pero también grandes diferencias. Con sus bemoles, el pacto colonialista del Ejército Mexicano se granjeó mayor independencia que muchos casos de la Iberósfera.
Las elecciones de la alternancia provocaron una disminución del poder militar. El presidente Felipe Calderón impulsó una militarización del país que encalló en la geopolítica estadounidense. La militarización durante el neoliberalismo asemejó México con Colombia. En ambos casos se ha perdido la guerra contra el narcotráfico, para beneficio de Norteamérica. Ambos países están militarizados, el ejército colombiano se parece más a una fuerza de ocupación estadounidense; lo que no debe pasar en México.
El nacionalismo revolucionario, la extraña doctrina que justificó al Ejército de la Revolución Mexicana como columna vertebral del PRIATO, no logró consolidarse después de la Segunda Guerra Mundial. Al paso del tiempo, la centralidad de las fuerzas armadas, el populismo corporativista caciquil y el pragmatismo de la clase gobernante, deterioraron el nacionalismo mexicano que desistió todavía más con la transición política. Si México tiene que ser una democracia autoritaria es indispensable una justificación para el nacionalismo revolucionario, para que el círculo negro conserve la legitimidad de la violencia organizada.
AMLO confirma que el centro del sistema político mexicano es el Ejército, aunque también resulta importante reflexionar bajo qué circunstancias. El posicionamiento del Ejército se hace con la tutela de Estados Unidos, ya no parece el dominio de un ejército independiente.
Con todo, Estados Unidos se encuentra en franca decadencia global. México se encuentra en una posición semejante a la de principios del siglo XIX cuando el imperio español implosionó, la orfandad brindó la posibilidad de la autonomía y libertad, pero la oportunidad fue desperdiciada por falta de responsabilidad y cohesión, por falta de un objetivo nacional.
Quizá es cierto que el fortalecimiento del Ejército Mexicano es una necesidad, el Príncipe debe cuidar sus armas antes que su ropaje. Empero, que el fortalecimiento de las fuerzas armadas implique el fortalecimiento del pueblo y no la ocupación de Estados Unidos informalmente como ocurre en Colombia.
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