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Choque de trenes en Eurasia. Dos imperialismos en pugna


Samuel Schmidt

Putin ha entendido en primer lugar que la política es el arte del engaño, lleva sus enseñanzas de la KGB y desde que con sus oligarcas se ha apoderado de una riqueza inconmensurable como atestiguó Bill Browder en el libro Red Notice donde describe haber sido víctima del robo de empresas y el asesinato de su contador en Moscú circunstancia que disparó la creación de la Ley Magnitzki para prohibir la entrada de oligarcas rusos a Estados unidos y que ha sido adoptada en Inglaterra.

Putin aprendió históricamente que se puede engañar a otros gobernantes como hizo Hitler en la invasión a Checoslovaquia que la intervención de Inglaterra, en ese momento la gran potencia, solamente pospuso la agresión porque ya había trazado planes para apoderarse de Europa como primer paso de su fantasía racista para apoderarse del mundo.

Putin aprendió que los documentos firmados valen menos que el papel en que se firman, así fue con los acuerdos entre Alemania e Inglaterra o Alemania con Rusia.

Putin sabe como caen las promesas verbales que suponen tener sustento moral dado a que la palabra de un jefe de Estado debe ser honrada, es el caso del entendimiento de la no expansión de la OTAN que incide en finalizar el desmembramiento de la URSS y el límite para la reconstrucción imperial de la Federación Rusa. ¿Creerá que los rusos tienen un derecho histórico para oprimir a esos pueblos?

Putin entendió que occidente vocifera, patalea, sanciona (y hay vías para burlar las sanciones como ha mostrado Irán) mientras permanecen los hechos sobre el terreno, es el caso de su invasión y anexión de Crimea que le da una parte de control del Mar Negro, tema en el que se interpone Ucrania y por eso según su visión estratégica, para controlar ese mar debe anexarse a Ucrania.

Putin entiende el peso disuasor de las armas atómicas y ya ha lanzado la amenaza de la III guerra mundial que muchos piensan que será la última por el nivel de destrucción que provocará.

Putin entiende que Biden, Macron y los otros también entienden lo mismo, lo que podría atarles las manos facilitando sus maniobras, piensa que tiene la sartén por el mango, por ahora. Porque si algo ha mostrado la historia es la locura de los líderes que no se tocan el corazón para mandar a morir a las masas.

Según los mapas mostrados por los medios estadounidenses, Putin planea realizar una invasión acelerada que tarde unos pocos días, aprendió en Afganistán que una maniobra extendida le cuesta muchas vidas y eso siempre es un factor negativo domésticamente, no sabemos que piensa el ruso de a pie sobre la anexión de Ucrania, pero a ningún país le gustan las escenas de féretros regresando o las condolencias que se entregan entre familias. Las “buenas” guerras son las que infligen muerte a los enemigos, porque el “otro” es el mal.

Fue ingenuo creer que los efectos de la segunda guerra mundial y el consecuente reparto del mundo o la larga guerra fría convencerían a los políticos para contener sus apetitos expansivos, hoy encontramos de nuevo a los imperialismos en pugna, y con personajes tal vez no muy distintos a los que crearon la hecatombe del siglo XX.

Tal vez sea incorrecto comparar esta crisis a la de los misiles de Cuba, aunque una salida podría ser intercambiar una desescalada y no invasión a Ucrania a cambio de terminar los embargos a Cuba y Venezuela, aunque ni Putin ni Biden ven por el bien de los demás sino por la ambición propia sentada en la expansión.

Los acuerdos de destrucción de armas atómicas debió haber eliminado parte del potencial destructivo, pero el armamentismo ha desarrollado nuevos armamentos no contemplados en aquellos acuerdos y bastaría unas cuantas bombas en cada uno de los países en pugna para crear un desastre ambiental que aceleraría las catástrofes resultado del cambio climático.

Y mientras el debate se alarga los chinos observan fascinados porque eso refuerza su posición estratégica, ya consiguieron gas barato de los rusos y siguen a paso firme controlando minerales estratégicos y posición geopolítica en el mundo, porque consiguen más con dinero invertido en países necesitados que con la exportación de armas.

No hay espacio para conclusiones optimistas, todo muestra que la nueva generación de políticos es igual de sangrienta que la que destruyó cien millones de vidas en la segunda guerra mundial y parafraseando a Dror, hoy la humanidad está muy cerca de destruirse a sí misma justo por aquellos que deberían protegerla.

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