Cualquiera diría que tarde o temprano tendría que pasar. Diversas personas que se mueven en el contorno presidencial se contagiaron con COVID. En parte, el hecho que los políticos no pueden encerrarse para cumplir con sus tareas, los vulnera ante el embate del virus y si, tarde o temprano se contagian y esparcen el virus.
No existe ninguna medida que sea 100% efectiva para frenar el contagio. La distancia, las máscaras, la higiene y hasta la vacuna tienen diversos niveles de protección. Por supuesto que mientras más protecciones se usen mayor es el nivel de seguridad.
Le ha tocado el turno al presidente López Obrador de contagiarse y esto parecería darle la razón a sus críticos: no usaba máscara, seguí viajando; solo les faltaba decir: seguía trabajando.
No hemos leído si el presidente ya se ha vacunado, y sería un error si espera a que llegue su turno según la estrategia de vacunación; los altos funcionarios son esenciales y es muy elevado el costo para el país de un presidente enfermo, especialmente si se puede reducir el riesgo de contagio.
Mientras tanto, las recomendaciones para todos se mantienen. Quedarse en casa, usar máscara, guardar distancia, cuidar la higiene y más que nada, obedecer las reglas que prohíben fiestas y grandes aglomeraciones.
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