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DEMOCRACIA UNIVERSITARIA

Con cierta periodicidad se escuchan voces reclamando que la universidad se democratice, y si exigimos democracia en general sería un despropósito sostener lo contrario para una institución específica. Pero hay muchos problemas implícitos en la formulación, porque como me decía José Luis Talancón, la ciencia exige rigurosidad y autoridad. No me imagino a un científico someter a votación la forma en que se debe comprobar una hipótesis.

Por otro lado Hugo Aboites sostiene que ya es hora de que se revise el modelo de gobierno de la UNAM y la UAM para caminar de acuerdo a lo que sucede en el país, aunque en el país no se ha cambiado el modelo de gobierno, solamente que parece haber un cambio relativo de élites.

Talancón y Aboites tienen razón en parte, una institución tan compleja como la universidad, al igual que los países deben gobernarse con una mezcla de democracia y autoridad, mientras que el gobierno debe elegirse por una mayoría, sus decisiones deben manejarse con autoridad pero con una ventana de participación ciudadana para reaccionar ante las decisiones, ya sea adecuadas o no; mientras que el científico puede y debe manejar sus experimentos con autoridad, y tener una ventana para que no ponga en peligro a sus colaboradores o que sus experimentos atenten contra valores éticos y afecten a la sociedad. En resumen, no puede ni debe haber totalitarismo en ninguno de los niveles.

El modelo de gobierno en la UNAM no suena mal. Para la elección de una directora de facultad, la comunidad se expresa, en algunos casos con votaciones, de ahí sale una lista que maneja el secretario general para elaborar una quinteta, aquí surge la primera falla, porque el secretario maneja la lista a su entera discreción y no siempre asegura que vayan los mejores; el rector entrevista a las 5 y envía una terna a la Junta de gobierno la que recibe las opiniones de la comunidad para decidir. Los distintos filtros, que parecen una buena idea, no funcionan con la pureza necesaria porque en el proceso intervienen factores de peso cuya influencia puede ser nefasta, por ejemplo, la intervención del Opus Dei en la última elección en Ciencias Políticas, cuyo candidato aunque avanzó mucho, por fortuna no ganó.

Finalmente, llegamos al Consejo Universitario formado por un grupo de notables, que vistos como personalidades puede parecer impecable, el problema es que para la nominación de sus miembros intervienen intereses facciosos a los que en principio se está obligado a responder. El rector tiene una influencia mayor para el nombramiento de la junta mientras la comunidad universitaria no tiene prácticamente ninguna, aunque es el Consejo Universitario el que decide y este se forma a partir del voto de la comunidad En la Junta de Gobierno se desarrollan conflictos de interés y se cometen errores que se tardará 4 u 8 años en corregir, como haber nombrado a un porro como José Narro que politizó/partidizó de forma inadecuada a la institución, al grado de usarla para sus ambiciones presidenciales, las que se frustraron para bien del país.

El gobierno de la UNAM puede tener que ver o no con el desempeño de sus distintas áreas, pudo haber atinado y eso haber provocado que las haya con estatura mundial, mientras que otras que dan pena, mientras hay expertos explorando el espacio, hay áreas en la administración que retrasan el pago de salarios y provocadores embozados atacando. Ante la incompetencia académica de ciertas facultades se ha optado por duplicar programas en otra dependencia académica, lo que genera dispendio y tolerancia a la incompetencia y la mediocridad.

La UNAM debió haberse convertido en la joya de la corona de las universidades públicas y jalar con ella a otras instituciones para elevar el nivel académico en el país, pero se masificó inadecuadamente convirtiéndose en moneda de cambio en la esfera política nacional; sus autoridades deben maniobrar en esa cuerda floja y no siempre tienen la estatura para lograrlo.

Efectivamente hay que revisar el modelo de gobierno de la UNAM, pero también revisar el modelo de administración, financiamiento y definir el rol estratégico que debe cumplir la universidad en general en el país, de no asumirse una revisión profunda seguiremos en el gatopardo, o jugando a los fuegos de artificio para no descomponer las alianzas que mantienen la organización presente, aunque la mantengan con ineficiencia y elevado costo económico y social.


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