Durante muchos años he creído que pocas cosas hay tan inútiles, tan absurdas, tan dadaístas, como un diccionario entre las jergas caló y lunfardo (las jergas del hampa mexicana y argentina, no la lengua caló, también conocida como calé, zincaló o romaní ibérico, utilizada por el pueblo gitano). En fin, ese eventual diccionario es o sería un verdadero monumento a la ociosidad.
LUNFARDO Wikipedia: “El lunfardo es una jerga originada y desarrollada en Buenos Aires, Santa Fe, Rosario y Montevideo. Estas cuatro ciudades vivían una situación sociocultural muy similar debido en gran medida a la actividad portuaria y a la enorme inmigración de distintas partes de Europa, principalmente italiana y española, ocurrida a finales del siglo XIX y principios del XX en la zona del Río de la Plata y alrededores.
Según Mario Teruggi, el lunfardo es un «habla popular argentina compuesta de palabras y expresiones que no están registradas en los diccionarios castellanos corrientes, los lunfardismos son propios del habla subestándar popular y que de ninguna manera los cultismos y otros términos elevados pueden incluirse en esa categoría».
En 1878, un artículo del diario La Prensa titulado «El dialecto de los ladrones», señalaba que en Buenos Aires había un nuevo modo de hablar, y se enumeraban veintinueve palabras entre las cuales estaba lunfardo como sinónimo de ladrón.
Originariamente esta jerga fue empleada por los delincuentes y pronto lo fue por la gente de las clases baja y media baja. Parte de sus vocablos y locuciones se introdujeron posteriormente en la lengua popular y se difundieron en el castellano de la Argentina y el Uruguay. Sin embargo, ya a inicios del siglo xx el lunfardo comenzó a difundirse entre todos los estratos y clases sociales, ya sea por la habitualidad de su uso, porque era común en las letras de tango, o ambos motivos. La poesía en lunfardo supo tener un buen nivel artístico, lo mismo que en el tango de ciertos letristas.
La palabra «lunfardo» es de origen lombardo, idioma hablado principalmente en Lombardía (región ubicada en el norte de Italia). Hasta principios del siglo xx era frecuente entre las poblaciones italianas llamar lombardi (‘lombardos’) a los hampones.
Para otros la palabra “lunfardo” no proviene directamente de Italia sino de Occitania (la mafia marsellesa era bastante activa en el Río de la Plata a fines del siglo XIX). Se dice que, en Occitania, los migrantes procedentes de la Lombardía eran tratados de delincuentes; según Otilia Da Veiga, vicepresidenta en 2011 de la Academia Porteña del Lunfardo, como en las ciudades de Lombardía había muchos prestamistas y banqueros, la gente humilde de Italia decía que los lumbardi (lombardos) eran ladrones.
El lunfardo, abreviadamente lunfa, surgió en Buenos Aires y sus alrededores durante la segunda mitad del siglo xix con el gran aporte de las distintas inmigraciones, sobre todo la italiana; y con palabras de origen indígena, africano, y gauchesco, que ya había en la Argentina.
El lunfardo más cerrado comenzó como lenguaje carcelario de los presos, para que los guardias no los entendieran, a fines del siglo xix. Muchas de sus expresiones llegaron con los inmigrantes europeos. Otras palabras llegaron del lenguaje típico gauchesco.
El lunfardo también tuvo aportes provenientes de Francia, especialmente del argot francés, así como del idioma occitano, del inglés , del gallego, portugués y asturiano,9 entre otros. La jerga también incluye palabras aborígenes, en especial de los idiomas quechua, guaraní y mapuche; y también, palabras de origen africano, sobre todo del África Bantú por ejemplo quilombo.
En general se aprecia un consenso entre diferentes autores de que el lunfardo surge como un habla gremial, o argot de malvivientes; delincuentes que lo utilizan como mecanismo de cifrado para cometer delitos o planear fugas de las prisiones, por lo que en principio se aprecia su finalidad utilitaria. Borges argumenta que «el lunfardo es un lenguaje gremial (…) es la tecnología de la furca y la ganzúa como tantos otros».
Aunque ciertamente el lunfardo no es una lengua ni menos aún un idioma y ni siquiera un dialecto, lo evidente es que es uno de los rasgos lingüísticos del dialecto rioplatense.
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