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Ebrardcop. Servir al bien público y la ley

Xochitl Patricia Campos López


Desde tiempo atrás se ha escuchado del uso tecnológico y sus virtudes en el combate a la inseguridad. No sólo en la seguridad el empleo de robots, máquinas y cibernética han resultado importantes, Andrés Oppenheimer ha establecido en algunos textos sobre futurología, la brecha importante de desarrollo e innovación que se tiene en la robótica de América Latina para acceder a mejores niveles de vida. Los resultados son contundentes, la tecnología significa una gran oportunidad de mejora y cambio; aunque también significa una caja de pandora.

El uso adecuado de robots, software, computadoras, cámaras y, ahora, celulares, aplicaciones digitales, inteligencia artificial y algoritmos, constituyen elementos más que indispensables para generar gobernabilidad, protección de las personas y desarrollo del bien común en la sociedad. En las grandes metrópolis del país el uso de estas medidas constituye un elemento cotidiano, no así en las zonas rurales y marginadas donde –lamentablemente- el narcotráfico y diferentes anomias propias de la delincuencia organizada han sentado sus bases.

Cuando se afirma que, aproximadamente, el 80% del territorio nacional es dominado por las fuerzas criminales de los poderes fácticos, luego entonces, queda claro la brecha entre las políticas de seguridad puestas en práctica en los principales centros urbanos de México y las comunidades del interior del país. ¿Puede usarse la tecnología automatizada para combatir la inseguridad a nivel nacional? Por supuesto. Así sucede en los países desarrollados tanto para su seguridad geopolítica como interna.

Y muchos de estos elementos pueden llegar a México, y han llegado, a decir del aspirante a dirigir los Comités de Defensa Nacional de MORENA, Marcelo Ebrard Casaubon. El proyecto ANGEL que constituye un esbozo de las políticas de seguridad racionalizadas por el antiguo Jefe de Gobierno de la CDMX, pueden ser efectivas en el combate al narcotráfico que ha provocado en nuestro país una situación grave –cuasi de guerra de baja intensidad-, así como para coadyuvar en la disminución de otros graves indicadores de la inseguridad pública, por ejemplo, feminicidios, robos, trata de personas e incluso corrupción.

El proyecto ANGEL se suma a diversas medidas tecnológicas que buscan modernizar y eficientar la práctica de gobierno; pero, lo importante en la propuesta de Ebrard radica en dirigir toda una política digital y electrónica para modificar el curso de la guerra contra el narcotráfico que está desangrando a la sociedad. El uso de la tecnología, en todos los ámbitos, permite eficientar, organizar, responder en el menor tiempo posible y acumular experiencia rápidamente. El mundo ingresó en una aceleración tecnológica dinámica a partir del COVID-19 y Ebrard lo ha entendido bien. No tiene sentido convocar a más militares, policias, presupuestos, etc.; si primero no se genera un reconocimiento de lo que esta pasando en México y se extienden algunas de las medidas practicadas en los centros metropolitanos del país al mayor número de centro comunitarios.

En diferentes entidades y ciudades de México se ha experimentado desde hace varios años con sistemas de control digital para diversas temáticas gubernamentales, resulta loable la propuesta de Ebrard para extender, centralizar y sincronizar este tipo de tecnologías de modo que el combate a la inseguridad no represente costos tan elevados para las fuerzas del orden y, principalmente, de la sociedad.

México tiene que cerrar la brecha digital en muchos aspectos de su evolución y desarrollo, el mundo está cambiando a una forma más acelerada de lo que se pensaba antes del 2018. Por esa razón, la propuesta ANGEL merece mayor análisis y explicación por parte de sus planeadores e implementadores.

Dentro de las críticas puede señalarse que, con esta propuesta, Ebrard confirma su apego al pentagonismo que sigue vendiendo todo tipo de tecnología –para el bien y para el mal- consiguiendo que la economía de guerra persista. La tecnología es maravillosa, pero en situaciones como las de México donde implementarla también significa pagar un enorme costo político (por ejemplo en el caso de la enciclomedia y la computación en los ámbitos educativos), ¿no sería mejor diseñar la secretaría de la corrupción o de los moches? (Como funciona ya en la Iglesia Católica y propone Ricardo Anaya). Existe un problema grave con el uso de las tecnologías porque hay que cerrar muchas brechas y acabar con bastantes privilegios caciquiles. ¿Está dispuesto Ebrard a pagar el costo político de combatir nudos históricos de oscuridad?

No lo parece. Como muchos gobiernos estatales, y algunos nacionales, la propuesta suena a la magia del Melquiades macondista que, una vez llegado al poder, no será puesta en práctica. Ebrard debe graduar su cultura internacional y aristócrata con las particularidades de un país cuyas anomias sociales dependen del colonialismo.

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