Puros cuentos
El Doctor Nicolás Gordillo Del Pozo proctólogo de cabecera, llegó a su oficina sólo para encontrar que lo habían robado. Gordillo encontró destrozos y desorden además de la ausencia de su principal instrumento de trabajo, el endoscopio. Desolado, Gordillo avisa a las autoridades sin esperanza alguna de recuperarlo y lo hace más por impulso que por convicción. Prácticamente desempleado, se dirige al banco navegando en una mezcla de entereza y humillación. Humillación que se profundiza al esperar sentado en el atrio y ver la parsimonia bancaria. “Por favor, no es hora de ponerse dogmático Dr. Gordillo, entiéndase que usted representa un negocio y nosotros otro, así de simple “ le dice el banquero detrás del escritorio y sin levantar la vista. “Además, su última deuda no ha sido finiquitada y eso sería y es un obstáculo financiero para seguir adelante “ “Sin embargo “ tomando aire, prosigue: “Tenemos un programa nuevo donde, nosotros, le rentamos un endoscopio de última generación y su negocio nos paga una módica mensualidad” “No obstante, tendría que hacer 30 procedimientos al mes que serían registrados por el propio endoscopio y sus imágenes se guardarían en su computadora integrada” termina diciendo el banquero, mientas se quitaba los lentes. El banquero al entender el silencio de Gordillo, termina de firmar los papeles que había estado revisando desde el principio y los voltea rápida y ágilmente para que el doctor los firme. Al salir del banco y con un cenicero de regalo, Gordillo se encamina a su automóvil sintiéndose peor que cuando llegó. Una vez de regreso al consultorio y entrando por la puerta de atrás, ve como su secretaria y enfermera habían acomodado y puesto todo en orden. “Que raro, no se llevaron la caja fuerte” piensa en voz alta la secretaria. Y volteando viendo al doctor prosigue: “Dr. Gordillo, la policía dijo que le van a hablar cuando sepan algo “ A lo que el doctor ni siquiera reaccionó hasta que le preguntaron si quería su café de siempre. “Todavía me duele allá abajo doctor “ dijo el tercer paciente. “Me temo que le tenemos que hacer una endoscopia” Y así se fue hasta que las contorsiones mentales en términos médicos no dieron para más y el Dr. Gordillo terminaba diciendo: “Me temo que tenemos que hacerle una endoscopia” “Pero es que nada más me duele la garganta” decía la paciente casi suplicando. “Nada más por si acaso” cerraba el doctor. Obedientes los pacientes se sometieron al procedimiento sin embargo al fin de mes, nada más completaron 29. Ya en su casa y habiendo perdido toda ética profesional, el Dr. Gordillo le dice a su esposa que se había rehusado: “Agárrale bien las patas “ casi sudando. Marta la esposa: “Si entiendes que después de esto nos divorciamos verda?” sentenciando y enojada. “Y eso qué, si no lo hago ni siquiera voy a tener dinero para darte” termina el doctor sincerándose. El aullido no se hizo esperar y por las características no se sabía si era perro o gato. Gordillo inmune dice: “Qué crees, tiene hemorroides internas grado 3” completando la numero 30. La esposa furiosa, termina llorando cuando la mascota muere a los 3 días por un sangrado profuso. Al veterinario le dijeron “que lo envenenaron con vidrio “ por eso el sangrado y para obtener un certificado de defunción para que el doctor se quitara la amenaza de crueldad animal que Marta ya andaba diciendo. Viendo los extremos a lo que habían llegado, el Dr. Gordillo regresa al banco básicamente a solicitar una especie de condonación de la deuda. Al llegar se encuentra con todo tipo de policías y bomberas que acababan de controlar el fuego. Afuera en el estacionamiento, vio al personal que había sido evacuado de emergencia poco antes de abrir por la mañana. “¿Qué pasó?“ preguntó Gordillo a uno de limpieza. “Nada, que trataron de robar el banco por el techo y al querer cancelar la alarma provocaron un corto y se empezó a quemar la sala de la computadora central.” Gordillo no contento empieza a buscar al Señor Trujillo con quien había firmado el trato, sin éxito. Por lo que se acerca a una de las secretarias y hace la misma pregunta obteniendo diferente respuesta: “Huy no, al Señor Trujillo lo cambiaron a la capital hace una semana” “Entonces con quién hablo?” dice incrédulo el doctor. “Depende “ dice la secretaria y continúa: “Si es para nuevo préstamo, abrimos una carpa atrás del edificio mientras terminan de limpiar, y si es sobre uno de los últimos 3 meses pues quién sabe” Y traicionándole la lengua termina: “Pero aquí entre nos, todo se quemó, no solo la computadora central, sino también el archivo de préstamos nuevos que estaba en un gabinete enseguida esperando a ser registrados digitalmente, y ni modo quién sabe quiénes serían a los que se les prestó “ dijo resignada. Gordillo enderezando su joroba prematura por el agobio y saltándose los charcos de agua del estacionamiento, se sube a su carro y se dirige a su casa. En cuanto llega dice:”Marta, Marta!!” “Vámonos a comprar un perro o gato o lo que tú quieras “ dice magnánimamente. Tiempo después y ya con su ética recuperada el Dr. Gordillo llega a su oficina y como siempre, mientras se tomaba el café de rutina, ese día ve en el periódico como al Señor Trujillo lo acababan de arrestar por ser cómplice en el intento del robo al banco. Más tarde todavía incrédulo le dice a su quinto paciente: “Hay que tener paciencia señora Sánchez, por hoy otra endoscopia no está indicada, quizá más adelante, ya veremos”.
FIN
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