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El espíritu priista de la sucesión política en Puebla

Diego Martín Velázquez Caballero

En Puebla, como en la mayoría de los estados de la república, los partidos hacen los preparativos para la elección a gobernador. En Morena, desde 2022 se perfilan dos personajes que ratifican que el transfuguismo priista alimenta y mantiene vivo el campo político poblano.

Puebla se perfila como una entidad donde se evita la perspectiva de la democracia. El priismo ha sido devastador en contra de los partidos políticos; primero fue el morenovallismo la facción determinante de la sucesión poblana, ahora será el bartlismo. Basta un ejercicio de memoria corta para comprender que los pilotes que sostienen el sistema político y las autoridades en Puebla siguen siendo priistas. Los partidos diferentes al PRI no han logrado formar una militancia propia y desarrollar una estructura seria que compita firmemente contra los caciques priistas.

No se observa la actividad de cuadros diferentes a los priistas con posibilidades de competir por las candidaturas principales en Morena. Bajo estas condiciones, el candidato al gobierno del estado será apuntalado por el bartlismo marinista, mientras la izquierda morenista -los fieles creyentes- quedará marginada del proceso político. De la misma forma que los líderes históricos panistas reconocieron que su partido se terminó convirtiendo en un pitufo priista con Moreno Valle, la izquierda tradicional poblana podría ver cómo Morena se transforma en una oscura sombra priista.

Lo que sigue es un transfuguismo priista como el que se vivió durante la década -¿o más?- que la facción de Rafael Moreno Valle estuvo a cargo de la administración pública estatal. La complejidad de la evolución política poblana, o mejor dicho la hegemonía priista, se niega a desaparecer. A través de Morena, el priismo sobrevive y pretende prolongarse. Lo burdo es que, más allá del nacionalismo revolucionario que Morena ostenta, encontramos un pacto de dominación que hace de Puebla un territorio caciquil donde la tortura hacia la sociedad no tiene límites: privatización del agua, persecución, impunidad judicial, huachicol, narcotráfico, etc.

Rodolfo Ruiz, al igual que otros periodistas, expone la manera en que los equipos de campaña de Ignacio Mier o de Alejandro Armenta están importando todos los cuadros priistas más que necesarios y urgentes para alcanzar el poder, como ha sucedido a lo largo de toda la historia política reciente del estado. Lo mismo hizo Miguel Barbosa en la segunda ocasión que compitió por la gubernatura. El priismo es ostensible en Morena y los casos resultan extensivos. Los empresarios y socios del PRI están quedando expuestos, así como el perjuicio en contra de la sociedad poblana.

 

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