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El narcotráfico: una nueva oligarquía

  • fermarcs779
  • Feb 22, 2023
  • 4 min read

Xochitl Patricia Campos López

La justicia norteamericana ha mostrado un gran respeto por los narcotraficantes mexicanos. Esta situación obliga a preguntarse si Estados Unidos se mexicanizó o si el narco ha comenzado a convertirse en el verdadero aliado norteamericano.

A lo largo de la relación entre ambos países, Estados Unidos ha empleado varios factores y desplegado grupos para que el Estado mexicano se conduzca del modo que más les conviene a ellos. En el pasado inmediato puede evidenciarse -como lo señala Friedrich Katz- que nuestro país vive una guerra secreta permanente manejada desde el exterior, principalmente dese la Casa Blanca, para cambiar gobiernos o destruirlos valiéndose de elementos como los grupos violentos y mercenarios del narco para apoderarse del petróleo, la minería, las finanzas y todo tipo de comercio.

Uno de esos elementos intervencionistas es el narcotráfico, que en México condensa dos cosas: el poder económico y la capacidad armada. Es decir, la situación del país llegó ya a un colonialismo semejante al de ciertos países del medio oriente en la época del comunismo. De esta manera, puede decirse que el narcotráfico se asemeja a los contras que financió Estados Unidos para desafiar a la URSS.

Las incongruencias en torno al caso de Genaro García Luna ponen de manifiesto que la visión jurídica mexicana es demasiado exigente o bien, que la tolerancia de los Estados Unidos resulta infinita. Como sea, la capacidad económica que adquirió García Luna constituye una muestra del privilegio de corromperse con el narcotráfico. Pero, además -así como otros casos-, evidencia que el dinero del narcotráfico retorna a Estados Unidos para traducirse en bienes muebles e inmuebles en una situación legal.

En contraposición a lo que pensaba George Friedman respecto a que los cárteles de la droga financiaban empresas mexicanas para apoderarse de EU, el narcodinero financia empresas estadounidenses de seguridad que se imponen en países como México, dominados por el narco, para controlar las actividades delictivas. Los norteamericanos son unos genios capaces de patrocinar tanto la enfermedad como el remedio, ellos son quienes ganan por todas partes.

El juicio a García Luna pone en evidencia las diferencias entre México y Estados Unidos. La exoneración de narcotraficantes a que nos ha acostumbrado la justicia norteamericana cada vez profundiza el desencantamiento de una proximidad y dependencia económica y, por otra parte, confirma que la vocación de narco república que nos ha impuesto Norteamérica permanecerá por muchas décadas o siglos. En estas condiciones, la legalización de las drogas y todos los procesos organizativos a su alrededor resultan indispensables para pacificar a México e inhibir la enorme capacidad política con la que cuentan los cárteles de la droga.

La proximidad de México con Estados Unidos agrava por mucho nuestra situación, incluso nos coloca en peor situación que Colombia. El país sudamericano, gracias al financiamiento que recibe y a las bases militares estadounidenses, representa un pivote

geopolítico anticomunista o antinacionalista. Pero ahora, aunque parece inexplicable, los cárteles de la droga han establecido el estraperlo de lo que sea para atender las demandas de EU. Un último caso es el contrabando de blanquillos, que se introducen a Estados Unidos mientras su costo se eleva en México, y que constituye una muestra de la ingobernabilidad que pueden generar las demandas -de cualquier tipo- que EU tiene respecto a México.

El huevo comienza a ser contrabandeado a Norteamérica, como ha ocurrido antes con el aguacate, el limón y los más diversos productos. En fenómenos como éste aparece también del poder del narcotráfico para apropiarse de los medios de producción, como terrenos, agua y empresas. El narcotráfico comienza a mostrarse como el brazo armado de EU para generar el cruel capitalismo por despojo y expolio.

La guerra de baja intensidad que vive México no es otra cosa que la lucha entre México y EU, en la que comienzan a evidenciarse las verdaderas intenciones de Norteamérica para devorar completamente a nuestro país. Los cárteles de la mafia son los verdaderos soldados de EU y van en camino de destruirnos. Osvaldo Zavala ha mostrado en sus investigaciones académicas las razones geopolíticas del narcotráfico como vehículo del neoextractivismo.

Pero, al parecer, las cosas pueden ser peores. El control de Estados Unidos sobre México es total y la dependencia económica, política y social que no puede evadirse ni disminuir, condena a México para una esclavitud eterna. El Estado mexicano no será otra cosa que el patio trasero de Norteamérica que, lejos de transformarse en una terraza productiva, se ha convertido en un infierno según los intereses norteamericanos.

Genaro García Luna fue castigado pero el imperialismo y el puritanismo de los Estados Unidos nunca estarán sentados en el banquillo de los acusados. El mesianismo norteamericano está exento: Dios es priista y pro yanqui.

Pero, ¿cómo combatir la hegemonía de los Estados Unidos? Japón optó por la saturación del mercado y al parecer esta idea no es tan negativa. ¿Cómo puede el país saturar el mercado de drogas en EU? Mediante la legalización, con la producción y el trasiego legal. Una saturación extensiva, como hizo Japón, incluso al costo de un sacrificio humano singular, no tan agresivo como el de la Segunda Guerra Mundial, pero no menos importante.

 
 
 

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