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INE. Pacto de Corrupción

Xochitl Patricia Campos López

Tienen razón los que comentan que la reforma electoral propuesta por AMLO no se comprende adecuadamente ni en Morena; sin embargo, poco importan las cuestiones técnicas cuando se trata de establecer un juicio -aunque sea moral- sobre una de las instituciones responsables de la democracia fallida en nuestro país.

En realidad, si todos los miembros pueden ser electos mediante la vía plurinominal o si tan sólo se trata de sujetar la estructura administrativa del INE a la Secretaría de Gobernación, son cuestiones irrelevantes para el momento histórico que vive México y la humanidad. La crisis de la democracia es global y los regímenes autoritarios pululan por todas partes. El mundo postcovid pone en jaque a la democracia porque demuestra la gruesa raíz nazifascista disfrazada que no quiere cambiar y reconocer el trabajo y real importancia de las colectividades. Los modos de producción sociales se están imponiendo al mercado por pura sobrevivencia, sin hipocresías liberales democráticas; planteando que la democracia debe tener facetas sociales, directas, participativas, populares y centrales, o se hace mejor destruirla.

El espacio de los temas electorales en México ha sido una historia continua de reformas y contubernios donde el pueblo ha ganado poco. Pero lo importante del debate es el costo que tienen las elecciones para un país como el nuestro. Existe una marcada diferencia respecto a la cuestión del costo de las elecciones, no se trata solamente de los aproximadamente 12 mil millones de pesos que se argumentan como gasto operativo del organismo electoral sino las partidas y resultas que se asignan los partidos políticos en los procesos de campaña y el posterior pacto de dominación al tomar el poder. La dimensión y supervivencia de la corrupción demuestra la trampa que ha sido el INE/IFE todos estos años.

La clase política ha explotado terriblemente el país gracias al control que tienen sobre el INE. El nivel de expolio que surge de pactar las elecciones es lo que no se puede contabilizar y que ocasiona la profunda brecha económica, política y social que tiene nuestro país. Del pacto de dominación que hacen los partidos y el INE se origina el Estado de Bienestar para la oligarquía que no se quiere reconocer. Del 2000 al 2018, todo fue concertacesiones.

¿Acaso no es ridículo comparar los 12 mil millones de pesos con lo que invirtió la mafia del poder para evitar la llegada de AMLO en 2006?, pero; sobre todo, ¿no es más dolorosa la comparación con todo el expolio que sufrió México durante el sexenio de Enrique Peña Nieto?

Atrás de los 12 mil millones de pesos que la burocracia dorada del INE considera “irrelevantes”, está el pacto de corrupción que disfraza gobiernos saqueadores que van desde la presidencia de la república hasta una minúscula presidencia municipal. El saqueo que ha permitido el INE a la clase gobernante es inconmensurable.

El PRI no operará a favor de MORENA para la cuestión de la reforma electoral porque no tiene ningún interés pragmático, simplemente se trata de una campaña narrativa del presidente para beneficiar a su partido en la sucesión del 2024. Sin embargo, aún cuando la iniciativa no logre su propósito de extinguir el modelo de democracia vía elecciones competitivas, es importante proponer el debate frente a la sociedad y, allí, el INE y sus aliados ya perdieron. El pueblo está

cansado de la crueldad e indolencia de los partidos tradicionales; Morena puede fracasar en sus actos de gobierno, pero hace lo que prometió con todo y la necia realidad.

El INE es pura ineficacia para la calidad democrática, la forma de gobierno que es un sistema de vida y mejora la condición de las personas. El principal ADN de la corrupción se encuentra en las instituciones electorales. Al final de su etapa como partido hegemónico, el PRI concluía la necesidad del fraude patriótico electoral como una forma de modular el pacto de dominación. Lamentablemente, en la alternancia, la oposición no se animó a instaurar una cultura liberal y prácticas democráticas auténticas. No es posible consolidar una democracia si no se acaba con el antiguo régimen. Lo que hizo la oposición fue renovar la distribución negativa del poder para tutelar la corrupción.

La principal evidencia del modo en que sobrevive el antiguo régimen es la pobreza. Más que acabar con el PRI, se trataba de eliminar la pobreza. Existe una brecha de pobreza insuperable en México.

Cacicazgo, patrimonialismo, corporativismo y clientelismo son la esencia del PRI. El INE/IFE y la oposición nunca quisieron acabar con esos fenómenos sino continuarlos, usarlos en beneficio propio. Por eso, la oposición al PRI y el INE/IFE decidieron llenarse de priistas.

La democracia vía elecciones competitivas ha sido un fracaso porque ha mantenido la pobreza como prenda de cambio entre actores voraces, ambiciosos, sedientos de dinero, poder y vasallos del imperialismo. Cualquier estructura electoral estatal basta para considerar la discrecionalidad y poder invisible que representan. El gobernante en turno dispone hasta del barrendero y los fantasmas -que a veces llegan a ser consejeros presidentes-. Si así está el camino ¿cómo estará el rancho?

Creer en la regeneración del INE es como asumir la utopía de que, un día, cambiarán las agencias del Ministerio Público. Los consejeros electorales, como los agentes ministeriales y policía, no tienen remedio.

Una democracia que no cambia el estado social de las personas no es verdadera. El argumento se puede sostener en forma cuantitativa y cualitativa. El autoritarismo que se ha fraguado en el país no comenzó en 2018, la política de la panza tiene como principal responsable al INE.

López Obrador y su narrativa de extinguir al INE, constituyen un triunfo simbólico en la pugna discursiva por construir la nación. Morena y AMLO son coherentes con sus promesas de campaña, aunque fracasen en sus acciones, queda claro que lo intentaron. El PRIANRD es el verdadero tartufo de la transición mexicana.

La defensa del INE, así como el reconocimiento y magnificación de sus magros logros, demuestran el cinismo y vocación mafiosa de las burocracias doradas. La mala nota del INE está parametrizada por los organismos certificadores de la más alta rigurosidad científica. La caída de los indicadores democráticos a niveles estatal y nacional no comenzó en 2018.

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