Diego Martín Velázquez Caballero
El conflicto entre la facción neoliberal que se representa en la alianza pragmática polipartidista PRIANRD y el proyecto político de la Cuarta Transformación, ha tomado una diferencia extrema en lo que se refiere a la disputa por el INE. Mientras los neoliberales apuestan por mantener la estructura electoral que atora la transición política mexicana en una democracia delegativa, el Lopezobradorismo gana en simpatía popular y confirma frente a la sociedad la hipótesis de la autonomía institucional como un referente de los poderes fácticos. La cancelación del Plan B no contribuye a debilitar al presidente López Obrador; todo lo contrario, frente al grueso de la población se transforma en un César republicano y nacionalista que podría llegar a contar -si el ánimo polarizador continúa- con el apoyo social para impulsar una reforma que arranque las rémoras del antiguo régimen mexicano.
Las democracias delegativas encierran en círculos viciosos a los países que las mantienen. Conforme a Guillermo O´Donnell, cabe en este contexto un gobierno sultanista como el de Rafael Moreno Valle en Puebla y uno progresista demócrata como el de José Mújica. La cuestión radica en que los indicadores de calidad de la democracia, desarrollo humano, crecimiento económico, competitividad, derechos humanos y, sobre todo, rendición de cuentas; siempre están a la baja, es decir, reprobados.
¿Defender al INE implica proteger la Democracia Delegativa? Por supuesto. La trayectoria del Instituto Federal Electoral y luego del INE, son cómplices y responsables de la democracia delegativa que ha hecho eterno el interregno entre el antiguo y el viejo régimen en el país. Los críticos del populismo morenista no quieren entender que son causa de los movimientos sociales radicalizados que desestabilizan el sistema político mexicano por los magros resultados de la gobernanza neoliberal.
El crecimiento exponencial de la vulnerabilidad y el precariado en México explica la llegada de la Cuarta Transformación. ¿Por qué defiende el PRIANRD una institución senil como el INE que ya no se ajusta a los retos democráticos que enfrenta México en un mundo postcovid? ¿Acaso el PRIANRD espera que el ciclo de la democracia delegativa sea tan longevo como el dominio hegemónico del antiguo Partido Oficial? Tal parece que es así.
Luis Carlos Ugalde ha sido uno de los referentes mediáticos para observar el proceso que ha seguido el debate respecto del INE. El chiste se cuenta sólo, dicen por ahí. Pero es preocupante que además de utilizar las formas más retrógradas, los defensores del INE también están interesados en polarizar al máximo. Dicen que no quieren la guerra civil ¿están seguros?
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