Xochitl Patricia Campos López
La conspiración global que acusa la comunidad QAnon tiene como principal evidencia el avance acelerado del progresismo y libertarianismo en la mayor parte de las sociedades occidentales; aunque tampoco es menor en las sociedades extra occidentales y, por ello, ha tomado tanto poder el colectivo QAnon que comienza a ser considerado –dentro de Estados Unidos- como el grupo terrorista del Partido Republicano y, particularmente, de Donald Trump.
En el caso de México, Eduardo Verástegui representa la punta de lanza de los QAnon mezclándose con grupos del nacionalismo católico hispanista y una pléyade de facciones conservadoras o pro estadounidenses con gran capacidad económica. No es la primera ocasión en que resulta imposible para la política mexicana, sustraerse de la propaganda oscura y guerra mediática que viven las oligarquías estadounidenses. De algún modo, en el inconsciente colectivo, los dilemas conductuales de la política norteamericana influyen la competencia electoral de México.
La primera campaña electoral en la república mexicana estuvo inspirada en Norteamérica. El éxito de Francisco I. Madero se corresponde con una forma peculiar de comunicación política que sorprendió a propios y extraños. Ignacio Solares y Catherine Mansell biografiaron en forma literaria una dimensión mística y mesiánica de Madero que lo colocó para siempre en la Comala mexicana. Madero es el ánima de la democracia humanista que ronda el panteón de la violencia política en México.
Verástegui no apuesta por el espiritismo que define al presidente Madero, pero trata de construir una imagen mística y mesiánica que puede influir al electorado de nuestro país. Verástegui trajo al QAnon así como Madero se influyó por el espiritismo norteamericano, ¿tendrá Vérástegui el mismo éxito o el mismo destino?
Conforme a historiadores como Friedrich Katz, Madero se comprometió con varios capitales extranjeros que impulsaron su causa. Algo que siempre ocurre en la política. Y la gran campaña maderista ilusionó las ansias de libertad e igualdad del pueblo mexicano; sin embargo, las dificultades de la sincronización entre la política nacional y los intereses extranjeros –léase norteamericanos- acabó mal para Madero y el país. A la muerte del Apóstol de la democracia, se desató una espiral de violencia que se prolongó casi treinta años.
Los QAnon, como los espiritistas, aparecen en momentos de polarización política; constituyen colectivos que buscan acabar con la gran confusión, la gran conspiración, provocada por la modernización irresponsable y la irritación izquierdista de los grupos marginados. Inclusive estos sectores se ubican al centro del espectro político y se radicalizan por el retorno al orden. Los QAnon no son ácratas, afirman la búsqueda del control sobre el progreso al margen del izquierdismo y neoliberalismo, ¿cómo logra traducir Verástegui esta situación a México?, ¿cómo reeditará Verástegui al místico del orden Francisco I. Madero?
El aspirante presidencial de México Republicano busca envolverse en un guadalupanismo y nacionalismo católico que disfraza sus nexos con la ultraderecha mexicana también financiada por Norteamérica durante la época de la Guerra Fría y con un rostro menos amable que el de Eduardo Verástegui. Su campaña mediática religiosa comienza a influir al sector electoral asociado con el
conservadurismo y anticomunismo. Es difícil pronosticar si llegará más lejos, pero es probable que su carisma católico evangélico lo aproxime a otros grupos sociales. El umbral mesiánico de Verástegui es asemejarse al AMLO o al López obrador de 2018.
Madero forma parte de los liderazgos influyentes en la historia nacional, Verástegui pretende ser así, aunque le falta mucho. El temor a los reptilianos, zombies, estado secreto, OVNIS y narco satánicos sexuales, no constituyen elementos sencillos de traducir a una sociedad como la mexicana, donde la pederastia y explotación sexual son impunes y para nada sancionadas por el Estado de derecho, allí está la lucha de personajes como Lidia Cacho y la persecución de que son objeto. Como Lidia Cacho, muchos periodistas que rondan estos temas deben ser exiliados para mantenerse a salvo de las redes de poder que confrontan. Los elevados índices de feminicidios, secuestros y desapariciones resaltan una complicada empatía por parte de una sociedad que es rehén del crimen absoluto.
¿Apostaría Eduardo Verástegui por convertirse en el Nayib Bukele mexicano?, ¿adoptaría la propuesta de Donald Trump para invadir México y bombardear las zonas identificadas con el narcotráfico?
El espiritismo, como lo pretende ser QAnon, fue una evolución del positivismo que incluso buscó leyes científicas para detonar la felicidad humana, pero el orden y el progreso solo se consiguen con una gobernanza autoritaria que Porfirio Díaz nunca pudo completar y Madero nunca logró comprender. Ambos por causa de los Estados Unidos, el principal soporte de Eduardo Verástegui.
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