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La importancia del debate en la sucesión presidencial

Xochitl Patricia Campos López

Se requiere una cultura política cívica para apreciar las propuestas inteligentes en los debates que distintos ciudadanos presentan como candidatos. A unas cuantas semanas de las elecciones para definir la sucesión presidencial, los candidatos van a defender su proyecto en el último debate. En realidad, los debates han tenido poca importancia en la configuración electoral a decir de las encuestas que, también debe reconocerse, se encuentran inmersas en una vorágine de dudas y juicios negativos.

La cultura política mexicana todavía se encuentra arraigada en los niveles dependientes, parroquiales, paternalistas y clientelares; por lo que, es difícil de ocultar, no existe el interés social para atender el intercambio de ideas y propuestas de los principales partidos. El debate entre progresismo y liberalismo, conservadurismo y populismo, izquierda y derecha, casi no se comprende fuera de los ámbitos académicos o religiosos.

Los debates políticos son un símbolo de la democracia; pero, en el caso mexicano, al paso del tiempo, no tienen el reconocimiento de la mayor parte de la sociedad por la ineficacia e ineptitud del INE durante la mayor parte del tiempo. El INE/IFE y los partidos políticos, no aseguraron la mejora de la cultura política en nuestro país y no se enfocaron en insistir que la democracia necesita impactos positivos en las clases populares y marginadas. La mayor parte de los partidos han desarrollado clientelas que intercambian sus votos por beneficios económicos inmediatos y concretos. Los datos más moderados, afirman que -al menos- una cuarta parte del electorado vende su voto. La realidad del fenómeno puede ser mayor.

La crisis de la democracia liberal en México radica en que las propias instituciones representativas de la transición -vía elecciones competitivas- hicieron caso omiso de inculcar la cultura democrática en amplios sectores sociales y espacios públicos. La burocracia del INE/IFE sigue extraviada en la perspectiva de cómo enseñar la democracia y cómo organizar debates para exigir la definición de los partidos y conseguir el interés público. La situación revela que es importante reformar el sistema electoral mexicano.

La vigencia del clientelismo político señala el presente del autoritarismo mexicano, la clase política se mantiene en la pugna por carismas y liderazgos personalistas sin propuestas valiosas y menos inteligentes. ¿De qué sirven los debates frente al clientelismo electoral? ¿Puede el intercambio de ideas, si lo hay, derrotar la compra del voto?

Los electorados se presentan como ausentes y menos críticos; por ello, también el clientelismo es un fardo que lastima a todos y constituye la verdadera volatilidad electoral en sistemas políticos como el mexicano.

 

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