top of page

La invasión de la narcorepública por el narco imperio

Diego Martín Velázquez Caballero

La pretendida invasión de Estados Unidos a México es una necesidad más que urgente. La cuestión radica en que la guerra debe comenzar en el sur de la Unión Americana, particularmente en estados como Texas, Florida, Arizona o California.

Aunque los niveles de violencia se han incrementado notablemente en el país, el caso de Genaro García Luna ilustra respecto a que los capos de la mafia y los Jefes verdaderos de los Cárteles, han establecido sus centros de financiamiento y poder económico en Norteamérica, llevando consigo una gran cantidad de personas, trabajadores y sicarios. Retomando a George Friedman, las narcoempresas mexicanas se han trasladado a Norteamérica quizá para conquistar desde allí la porción que les corresponde del mercado estadounidense o para integrarse con sus socios yanquis.

La crisis del neoliberalismo orientó a que desde hace mucho tiempo los caciques, líderes de cárteles, sicarios, contadores, traficantes y, en general, los hombres y mujeres poderosos en las estructuras del narcotráfico, viven cómodamente en el sur de los Estados Unidos, camuflados como personas decentes y empresarios, conviven en los vecindarios, semáforos, iglesias y restaurantes de prestigios con el grueso de la población WASP. Las lavadoras están, como las industrias de García Luna, de ese lado. Es necesario que Estados Unidos arroje todo su armamento -incluso nuclear- y disponga del mayor número de efectivos militares contra los grupos narcotraficantes, pero es importante considerar que estos colectivos se han desplazado hacia Norteamérica y desde allá manejan con fluidez los diversos negocios que fortalecen su poder económico y las estructuras de control sobre México.

La convicción de Estados Unidos para apoderarse de México es histórica, no sorprende porque así robó Texas y el Norte de México, con estrategias y formas llenas de abuso y crueldad. A la distancia, nada puede oponerse ahora al propósito del Imperio Yanqui pues la condición de un Estado Fallido que hace agua por todas partes es la principal característica de una mexicanidad que, es importante repetir, tiene su sistema de solidaridad mafiosa principal en el sur de Estados Unidos.

Los recursos de que dispone México para defenderse no cuentan para nada. Por el contrario, el país debe ser cauteloso y admitir que Estados Unidos intervenga para someter a los grupos disidentes en varias regiones. El norte de México ya no tiene ninguna condición de gobernabilidad y en varios municipios el poder de la delincuencia organizada se refleja en las familias que históricamente han dominado sus regiones. El norte de México, que es el sur de los Estados Unidos, no distingue entre Texas y Tamaulipas, por ejemplo, los atentados, ajustes de cuentas, niveles de violencia extrema, etc.; son comunes.

El capitalismo por subdesarrollo estimula la violencia e informalidad, no siempre hay oportunidades para que Norteamérica intente coadyuvar a la gobernabilidad formal del país. De ahí que la iniciativa de los republicanos estadounidenses debe tomarse con ánimo y esperar la atención estricta de sus fuerzas armadas. Ojalá sean más capaces que el General John Pershing, porque ya sabemos cómo terminan las expediciones punitivas.

Si Estados Unidos viene a liberar las regiones controladas por narcotraficantes y caciques, que sean bienvenidos; empero, si tan sólo van a seleccionar nuevos mercenarios, entonces las drogas seguirán envenenando a la juventud estadounidense, y la aparición de la Mexamérica que acabe con México y Estados Unidos será una realidad para disponer de plena autonomía y derecho de fuerza para envenenar a todo el mundo.

Comments


bottom of page