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La invasión de México

Xóchitl Patricia Campos López

Si México cae, los Estados Unidos caen. Este supuesto parecer haber sido olvidado por los republicanos norteamericanos quienes, en conjunto, parecen desarrollar su campaña presidencial con base en la intervención militar a México para acotar el tráfico de drogas y el poder de los supuestos cárteles.

La injusticia y la desigualdad que comienzan a caracterizar a nuestro país como un Estado Fallido, orientan el escenario geopolítico a los mensajes de los republicanos estadounidenses: una realidad determinada por el narcotráfico y la emigración masiva obliga a la intervención en el mediano plazo.

En un escenario extremo, los Estados Unidos tendrían que desplegar sus mejores estrategias y el uso de armas sofisticadas para evitar que grandes conglomerados humanos ingresen a Norteamérica. En ambos casos, el imperio norteamericano se ataca a sí mismo; en ambos Estados Unidos pierde. Una intervención militar en México es el equivalente a la Guerra Z. En México aguarda, latente, una especie de emigración zombie, kamikaze, que ningún muro, ejército o arma, podría contener. Al desorden socioeconómico en México, la ha seguido una descomposición social en Estados Unidos. ¿Hasta cuándo las agencias norteamericanas desarrollarán seriamente su trabajo para encontrar la correlación de sus patologías demográficas con la implementación colonialista del narcotráfico latinoamericano?

Donald Trump, Greg Abbot y Ronald De Santis, han fracasado en controlar el consumo de drogas y el tráfico de personas en sus entidades durante el periodo que corresponde a su administración pública. Trump puede acusar al Deep State estadounidense para justificar su imposibilidad de actuar frente al problema de la droga o de la emigración; lo cierto es que durante su mandato presidencial no hizo nada. Presume haber subordinado al gobierno mexicano, empero, los problemas de la relación mexicoamericana se incrementaron y algunas de sus presiones estuvieron a punto de activar el dispositivo de la crisis económica en ambas naciones. A Trump y Estados Unidos los salvó el Covid 19. Abbot y De Santis conviven todo el tiempo con los principales capos de las mafias mexicanas y cubanas; si su preocupación por el tráfico de estupefacientes fuera auténtica y su compromiso fuera real, habrían capturado a los miles de narcotraficantes que disfrutan la pax americana. De la misma forma, ninguno de los tres ha implementado políticas públicas que sustituyan el subsidio económico que significa la esclavitud de los inmigrantes.

La falta de responsabilidad o de inteligencia política en el partido republicano de los Estados Unidos les ha conducido a la salida fácil de acusar a México de todos los males de Norteamérica. Con todo, el escándalo no ha servido para incrementar las preferencias electorales de sus líderes paradigmáticos. No son candidatos sino esperpentos de la clase política estadounidense que confirman la urgente renovación de sus cuadros. Los republicanos, desde la época de George Bush II, han renunciado a la ambición de ser estadistas y se muestran cada vez más limitados.

Estos personajes republicanos, cercanos a “Los tres chiflados” proponen, pero no exponen, su plan para invadir México. ¿Habrán leído con la atención debida alguna novela de Tom Clancy, o analizado, al menos, las películas de Rambo? Su guion es el de “Delta Farce” (2007). El partido republicano debería abandonar la cuestión mexicana y tomar, por ejemplo, el desarrollo de una

integración económica que beneficie a ambos países. Así mismo, buscar candidatos nuevos y capaces, que enfrenten con ingenio los problemas de nuestra vecindad.

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