Diego Martín Velázquez Caballero
Aunque los sectores más radicalizados del PRIANRD consideran que el verdadero procesos electoral comenzará con la judicialización del proceso político a partir del tres de junio; lo cierto es que, esta situación, depende del margen electoral entre las opciones más fuertes y de los accidentes de la jornada electoral.
Contra los argumentos de esta tendencia, afortunadamente el proceso electoral se ha mantenido en una perspectiva característica de la evolución política de México. Con todo, las tipologías negativas de este proceso que cierra la semana próxima, no ha sido más grave que otras sucesiones presidenciales. Esto es una buena noticia para la alicaída democracia imperfecta en nuestra república. Las acusaciones que ahora se vierten sobre López Obrador, antes también fueron implementadas por los neoliberales y, quizá, con mayor crudeza.
De cualquier forma, el ideal de que la jornada electoral del dos de junio se desarrolle en calma y con orden, contribuye al beneficio de todos. Y, según las propias encuestas, con todo y sus divergencias, todos obtendrán algo. No se va a perder el país después del dos de junio. La deriva autoritaria de la fallida democracia mexicana, no comenzó en 2018. Hay que señalar que el autoritarismo es particular de toda la clase política en nuestro país.
La cuarta transformación no puede exponer su desempeño con la implementación de un fraude electoral. Los resultados deberán ser asumidos principalmente por el gobierno y, con ello, demostrar que la vocación democrática, incluso en el progresismo populista, es una realidad latente. AMLO, lo quiera o no, está imposibilitado para trascender el próximo sexenio. Violentar las elecciones es un error histórico de la más grave responsabilidad para la Cuarta Transformación.
La sociedad mexicana, con tantos clivajes irresolubles, no parece conformarse como un electorado que le entregue mayorías absolutas en contextos democráticos, aún incipientes. Los muchos Méxicos reclaman gobiernos inclusivos y plurales.
La judicialización electoral constituye un escenario alejado de la realidad, son pocos casos locales donde el margen electoral resulta estrecho. De pronto, la precaución del resultado y defensa del voto alientan temores fantásticos. Pero, en la mayor parte de los casos, la ventaja de Morena parece ser amplia y con escenarios contundentes de triunfo. Por eso, el oficialismo no debe exponerse a implementar fraudes y situaciones propicias para la judicialización electoral si las ventajas matemáticas están de su lado.
La dimensión contenciosa electoral constituye un ámbito de garantía para la legalidad democrática; sin embargo, en México ha servido para mantener vivos rencores y faccionalismos inútiles. Un proceso electoral que no de lugar a las protestas, contribuye a la gobernabilidad de México.
Comments