Xochitl Patricia Campos López
Los procesos políticos del Movimiento de Regeneración Nacional para proponer candidatos a los gobiernos estatales de Puebla, Jalisco, Guanajuato, CDMX, Yucatán, Veracruz, Tabasco, Morelos y Chiapas ha confrontado el progresismo y pragmatismo político de la tradición mexicana. Por un lado, es innegable e inevitable el ajuste histórico para fomentar la participación política del género femenino y, por otra parte, constituye una exigencia del mundo liberal que representa la posibilidad de ser percibido como una nación civilizada y óptima para el libre comercio.
El kiriarcado predomina en sistemas políticos como el mexicano donde las rémoras del autoritarismo priista se pueden observar por todos lados, sin embargo, en algunas entidades el machismo más primitivo se resiste a procesar la transformación local. Andrew Paxman coordinó una obra referida a los gobernadores de la época del presidente Enrique Peña Nieto y los conjuntó en un vocablo antropológico para la ciencia política: Caciquismo. En efecto, mientras la clase política nacional ha sido regulada para soportar la transición política, en algunos estados y regiones –básicamente- la política se mueve entre la época precolombina y colonial. De acuerdo a Rogelio Hernández, la élite del poder nacional ha evolucionado de los militares revolucionarios a la tecnocracia; empero, a nivel estatal, la transformación política deja mucho que desear en comparación con los cambios nacionales.
La obligación de proponer cinco candidaturas femeninas para consensar cinco gobernadoras no sólo representa un elemento sine qua non de la democratización que requiere México, es una demanda legal, justa e histórica que todos los partidos políticos y actores regionales quieren conculcar. Los partidos políticos y caciques regionales están considerando mujeres que pierdan electoralmente las gubernaturas, o bien, que sean manipulables al llegar al poder. Los institutos políticos están siendo desleales con la constitución mexicana y la proporción electoral mayor del país: las mujeres.
El principio de equidad de género va más allá de lo que propone el INE, incluso de las exigencias internacionales a que México se ha comprometido. El respeto y obligación que tienen los partidos y el Estado Mexicano radica en profundizar las transformaciones políticas a nivel local. Los estudios estatales sobre las correlaciones de fuerza explican que la violencia ha escalado a niveles desproporcionados en razón del autoritarismo machista. Resulta incomprensible que Morena, el partido/movimiento más comprometido con el feminismo y progresismo, retrase sus procesos de selección de candidatas a sabidas cuentas de cuáles son los procesos estatales cuyo nivel de competitividad logicamente requiere candidaturas femeninas. Regeneración Nacional se encuentra en posiciones contrariadas en algunos estados donde candidatos machos chantajean los resultados electorales mediante la amenaza del transfuguismo, la ruptura y las manos caídas en la jornada electoral; pero, también, promoviendo escenarios de violencia y radicalización propios de la mentalidad caciquil.
El principio de paridad de género rompe los esquemas de rentabilidad electoral y pragmatismo. Por supuesto que esta es la intención. El feminismo irrumpe de forma abrupta y rompe las configuraciones de poder que las inercias coloniales han desarrollado para mantener su patrimonialismo burocrático. Sobre todo porque ya no hay “Juanitas” sino líderes que van a ejercer su legítimo derecho a gobernar desde un punto de vista diferente a las tradicionales retóricas federalistas, presupuestarias, populistas, caciquiles, de infraestructuras y crecimiento económico. La verdadera revolución es el progresismo feminista que obliga a todo mundo y, principalmente, al partido en el poder. El lopezobradorismo ha entendido la condición de ceder el mando a Claudia Sheinbaum y advertir la transformación de gran calado que se avecina, los estados no pueden seguir a años luz de los cambios políticos que la transición política ha planteado. Morena no puede jugar a engañar a los estados y al país como lo ha hecho el PRIANRD, el retraso en la configuración de las candidaturas femeninas ganadoras sólo advierte una intención equívoca de los micromachismos regionales para salvaguardar su influencia y la necedad de querer detener el cambio. El discurso machista caciquil feminicida criminal tiene que ser sepultado y desactivados sus dispositivos operativos en las múltiples regiones, el cacicazgo se acabará cuando el machismo sucumba.
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