Xochitl Patricia Campos López
La convocatoria que se presentó en México para el desarrollo de los trabajos del Grupo Puebla permite observar el acendrado anticomunismo de las oligarquías latinoamericanas y la incomprensión de las redes sociales para con un espacio cuyo único objetivo es promulgar la independencia de políticas públicas. El multipolarismo que se advierte como una realidad, obliga a que las naciones latinoamericanas busquen las posibilidades de su desarrollo y crecimiento al margen de los Estados Unidos.
Latinoamérica enfrenta severos problemas a causa del intervencionismo neoliberal que ha llenado sus sociedades de narcotráfico, emigración y patrimonialismo. Es fundamental reconstruir el Estado, proporcionar el mínimo de bienestar a sus habitantes y generar un mercado interno para que las economías nacionales puedan integrarse en una forma más justa a la economía global.
A diferencia de lo que exponen los conspiranoicos derechistas, el foro de políticos latinoamericanos pretende encontrar elementos de desarrollo particulares, independientes de la gran atracción y subordinación que implica la superpotencia norteamericana. Es fundamental una clase política que piense más allá de hacer carreteras para que la gente se vaya o trafique hacia Estados Unidos. Las ciudades, los sectores laborales, la educación y el campo son espacios importantes de atender para encontrar mejores oportunidades.
Los activistas de la ultraderecha en las redes sociales manifiestan una realidad extraña a lo que fundamentalmente pretende el Grupo de Puebla; por cierto, abierto a todas las tendencias políticas. Aún cuando el progresismo se distingue como la ruta nueva de las izquierdas latinoamericanas, los derechos de las personas y el humanismo que se piensa desde organizaciones como estas, nada tiene que ver con las teorías distópicas que formulan personajes como Eduardo Verástegui, Axel Kaiser, Gloria Álvarez, Agustín Laje o Xóchitl Gálvez.
Pensar Latinoamérica es también pensar el mundo, incluso pensar los Estados Unidos; empero, fuera del laberinto anticomunista. La humanidad vive grandes retos en el futuro, ahora más que nunca es preciso considerar los cataclismos que pueden orientar la destrucción de todos. Nadie es idiota por pensar que América Latina tiene contribuciones civilizatorias que pueden servir para todos; nadie es idiota por pensar un mundo diferente y válido no occidental.
Lamentablemente, el descrédito en redes sociales y el ataque de los grupos liberales, libertarios y ultraderechistas, no se hizo esperar. La forma en que las agresiones al Grupo de Puebla se ejecutaron, evidencia el razonamiento de las elites criollas subordinadas al imperialismo norteamericano. No tienen contrapropuesta alguna, los mensajes se llenan de odio, racismo, aporofobia y promoción del liberalismo salvaje.
El Grupo de Puebla permite la convocatoria de los grupos progresistas para hacer algo frente al declive imperial de Occidente.
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