Diego Martín Velázquez Caballero
Conforme se aproxima el cambio de gobierno en nuestro país, la oposición a la Cuarta Transformación estructura los riesgos de las reformas que impulsa López Obrador como herencia de sus compromisos políticos y sociales. Parece inminente la desaparición de los organismos autónomos a nivel local y nacional; si la reforma al Poder Judicial es suficiente para sacudir las estructuras de la oligarquía neoliberal, con la desaparición de los espacios civiles que estructuró la transición vía elecciones competitivas, el Estado se sacude de cuerpos extraños que le restaron poder y soberanía.
Los cambios generan incertidumbre, tremendas expectativas y dudas respecto de la altura histórica de algunos personajes; es verdad que los cambios profundos no dependen sólo de los elegidos sino de personas ordinarias que pueden causar alarma en los críticos.
Durante el salinismo se desmanteló el Estado en nombre de la calidad, eficiencia y la integración norteamericana. La época neoliberal continuó cruzando el tiempo bajo esas banderas. Después de casi cuarenta años los resultados fueron terribles. Con la llegada de López Obrador se pretendió reestructurar el poder estatista y volver a la dimensión intervencionista y correctiva que corresponde a la sociedad política por antonomasia.
¿Se recupera y fortalece el Estado Mexicano? Todavía es temprano para afirmarlo. Después de la injusta intervención norteamericana, queda claro que las instituciones públicas carecen de respeto en el exterior y la fuerza nacional no es considerada bajo ningún criterio formal por parte del poderoso vecino del norte. Sin embargo, la unión de los grupos y partidos que integran la Cuarta Transformación pretenden remediar, de algún modo, las contrarreformas neoliberales impulsadas durante casi seis sexenios. La arquitectura de la ruptura histórica que se pretende parece titánica, no es una vuelta al pasado sino una liberación del Estado frente al futuro; también puede ser el Armagedón de México.
Las reformas morenistas tienen que ser para que las ideas de su propuesta política se lleven a cabo, si la cuarta transformación no pretende ser un populismo banal sino el resurgimiento mexicano, la oportunidad tiene las puertas abiertas. Como siempre, la Historia señalará quién estuvo al nivel de las demandas y circunstancias.
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