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La sucesión en el Edomex

Diego Martín Velázquez Caballero

La postulación de candidatos al gobierno del Estado de México por parte de los distintos institutos políticos que intentaban fusionarse, particularmente los protagonistas opositores a la 4T, constituye una apuesta temeraria para los poderes locales y el escenario del 2024. Si Morena triunfa en el Edomex, queda el entendimiento de que el PRI se extingue y la Alianza Va por México queda sepultada.

El nivel de cohesión que tenía la coalición polipartidista pragmática del PRIANRD se ha descompuesto por los intereses que representa el territorio tradicional del Grupo Atlacomulco. La insensatez de imponer un candidato priista y, además, afiliado a esta tenebrosa camarilla de poder; ha arrastrado al derrumbe un posible consenso multipartidista. El patrimonialismo histórico ejercido por los adeptos, alumnos, linajes, entenados y herederos del terrible Carlos Hank González; es razón más que suficiente para señalar el fin del dominio priista y atlacomulquista en aquella entidad.

Contra toda racionalidad estratégica, el Grupo Atlacomulco rompe la unidad de los diversos partidos coaligados en Va por México y radicaliza el secuestro de los poderes públicos, locales y socioeconómicos del Edomex. Si cada partido propone un candidato a la gubernatura del territorio mexiquense, lo más probable es que la Maestra Delfina Gómez se haga con el triunfo y Morena avance en el dominio territorial del país. La incongruencia del Grupo Atlacomulco ya se había demostrado en su enfrentamiento mortal con el maoísmo priista de Antorcha Campesina y la cesión de espacios con otros partidos políticos capaces de tolerar la corrupción priista mexiquense. La otra Maestra, enfrentada y encarcelada por los Atlacomulcos, también opera ahora a favor de Morena.

El antiguo sistema de partidos políticos se encuentra en la encrucijada de renovarse o morir. El Grupo Atlacomulco ya no puede retener automáticamente el Estado de México, desde la perspectiva de otros analistas, igualmente es probable una escisión de la élite regional que busque una negociación con el presidente de la república. El PRI se muere, y el Grupo Atlacomulco también. La explosión social de 2018 obliga a los institutos políticos, incluso Morena, para encontrar nuevos significados a la militancia, vida interna, debate ideológico, identidad, ética y fracciones.

La oposición se entiende derrotada rumbo al 2024. Sin embargo, es importante insistir en un proceso de renovación partidista con miras a las próximas elecciones intermedias y la sucesión presidencial del 2030. Probablemente es afortunado el fin del Frankestein que era el PRIANRD y la reconstrucción que deben hacer los partidos frente a sí mismos.

La crisis identitaria y civilizatoria que vive el país por las políticas del periodo neoliberal han creado un nuevo marco social que las élites y grupos políticos tiene que estudiar para construir mecanismos originales e innovadores para la representación política de estos nuevos años.

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