Xochitl Patricia Campos López
Hace una década, aproximadamente, un colaborador norteamericano que trataba de investigar el destino de las remesas mexicanas provenientes de Estados Unidos acudió a la BUAP para encontrar una explicación sobre lo que ocurría con ellas, puesto que en sus cálculos preliminares las cifras no cuadraban y no lograba esclarecer lo que ocurría entre el flujo de remesas que se enviaban a México desde Estados Unidos y la expresión de la pobreza en las comunidades de origen, así como la problemática nacional. México es de las naciones que más remesas reciben en el mundo; sin embargo, no alcanza el nivel de desarrollo o potencial de los otros países que son verdaderos titanes geopolíticos. El monto de las remesas que llegan a México desde Estados Unidos es alto; sin embargo, no se aprecia su inversión en las comunidades de origen y tampoco en el país. Es decir, conforme a la proporción de recursos que México recibe, el país debería encontrarse en otro nivel de desarrollo.
George Friedman ha pensado en la posibilidad de que exista un desvío de recursos clandestinos hacia algunos empresarios o a grupos de choque que están buscando invadir los Estados Unidos o apoderarse del mercado norteamericano; incluso propone la hipótesis descabellada de que las remesas financian a los grupos narcoterroristas que buscan una guerra con la Unión Americana en el futuro. Como sea, la cuestión es incomprensible, ¿a dónde va el dinero de las remesas?, ¿por qué México sigue siendo una nación con niveles de pobreza y subdesarrollo considerables? La conjetura que más sentido parece tener es la vinculada con la salida de recursos al extranjero porque, en definitiva, si el dinero se quedara en México, en efecto, otra situación prevalecería.
El migrantólogo norteamericano tuvo la oportunidad de visitar la Mixteca Poblana y confirmó lo que Sergio Mastretta y el activista Gustavo Rodríguez SJ., afirman respecto de los cacicazgos y el trasiego de personas, es decir, que la explotación no siempre ocurre en Estados Unidos sino que comienza desde las comunidades de origen en México. Las comunidades expulsoras de migrantes constituyen cacicazgos donde los individuos son enganchados mediante deudas generacionales y negocios planeados para el fracaso. Simplemente no hay posibilidades de desarrollo económico. Los caciques, que suelen desarrollar tareas como agiotistas, narcos, terratenientes, empresarios y líderes comunitarios, son apoyados por la clase política local, los Estados Unidos y, obviamente, por la Iglesia Católica. En el expolio del lumpen proletariado migrante radica el acuerdo de derechas e izquierdas. Ahí sí se ponen de acuerdo los políticos que hacen patrimonialismo con los dólares ajenos que les permiten vivir en Miami, Madrid, Galicia o Houston.
Las alegres cuentas de los 60 mil millones de dólares no lo son tanto, México paga carísimo cada centavo de dólar de las remesas que, además, no se quedan. Decir que los envíos de recursos económicos de los migrantes a sus comunidades han cambiado el rostro a estos pueblos es un cinismo, no han mejorado en nada; al contrario, cada vez es más evidente la violencia simbólica para que la gente sea desplazada.
¿En qué le han cambiado el rostro las remesas a Puebla, Guanajuato, Michoacán, Jalisco, Zacatecas, San Luis Potosí, Veracruz; por poner algunos ejemplos? Una rápida mirada a los indicadores de violencia, secuestro, extorsión, calidad de la democracia, gobernabilidad, etc.;
simplemente confirma la sicilianización de estas entidades. No se trata de que las zonas urbanas o áreas metropolitanas sean las que se desarrollen, Veracruz no es Boca del Río ni el Puerto, Veracruz son 217 municipios. Esta situación debería ser condensada en las otras entidades: Puebla no es sólo Angelópolis y Guanajuato no es sólo León. Incluso, las capitales de los estados representativos de la migración mexicana a Estados Unidos presentan graves indicadores sociales. La romantización del fenómeno migrante le generó a Puebla el gobierno de Mario Marín y la intromisión de una parte del Cartel de Sinaloa.
El narcotráfico y el caciquismo -fenómenos unidos en muchos casos- son las vías empleadas por Norteamérica para que el dinero de las remesas vuelva a Estados Unidos. El narcotráfico mediante la compra de armas y el reclutamiento, el cacicazgo por la estructuración patrimonialista. Ambos fenómenos estimulan el desplazamiento social a Norteamérica. Se devuelve el dinero, se van las personas y el territorio queda libre para el expolio minero.
Durante el periodo de Vicente Fox se estableció una política pública hacia las comunidades de origen, el programa 3 x 1 y el Instituto de Mexicanos en el Exterior, bajo la dirección del tristemente célebre Juan Hernández, cuyos vestigios aún rondan Guanajuato y algunas zonas cercanas al Bajío. La idea no era negativa, incluso puede afirmarse que Vicente Fox es el presidente que ha desarrollado la estrategia más transparente para aprovechar los recursos de los clubes y organizaciones de migrantes. La guerra del Medio Oriente y el saboteador Jorge Castañeda hicieron lo propio para que esto fracasara y fuese mal aplicado hasta llegar la 4T que, de forma más imbécil, terminó por cancelarlo.
Una política pública como la del 3x1 exige mucho trabajo, quizá otros países centroamericanos la han impulsado mejor para disminuir la emigración y lograr que las comunidades de origen y el país en cuestión se desarrollen alentando una migración temporal y aprovechando las experiencias sociales, económicas y políticas de los transmigrantes en un modo más significativo.
No sirvió para nada lo proyectado en el programa 3x1, inexplicablemente la SRE y SEDESOL nunca se propusieron seriamente organizar a los migrantes y fincar políticas públicas en los municipios. La SRE nunca ha podido resolver su complejo identitario entre cementerio político y organización frívola, la SEDESOL sabe que los migrantes no votan. El mundo de los migrantes exige demasiado trabajo, pero no es imposible que el gobierno mexicano pueda impulsar la gestión de proyectos y la colaboración con los clubes de migrantes en una forma transparente y auténtica.
Los principales estados expulsores de migrantes, donde se iban a aplicar miles de proyectos del programa 3x1, siguen siendo entidades marcadas por la pobreza y el cacicazgo. Inclusive los caciques no sólo se devuelven a Estados Unidos junto con el dinero de los migrantes que expolian, también hacen trasiego con el dinero de los recursos públicos en las regiones que gobiernan. ¿cuándo iniciará el trabajo en serio en las comunidades de origen, es decir, zonas expulsoras de migrantes? La mexicanización del sur de Estados Unidos que tanto alarmaba a Samuel Huntington por las consecuencias que Donald Trump ha descrito perfectamente, son la señal inequívoca respecto del destino final que tienen las remesas. El migrantólogo norteamericano no se extravió en los laberintos mexicanistas de las remesas, las encontró; quizá escribió algo al respecto.
Hace unos meses, el grupo musical Banda MS grabó una canción en la que expone que no siempre es sencillo vivir en México, fue intitulado “La Casita” y se suma a los miles de cantos nostálgicos esquizofrénicos y masoquistas de la cultura nacional. El mensaje es claro y directo: vivir en México resulta insoportable en las comunidades de origen, donde todo está hecho para que la gente se marche, para que nadie vuelva -como en Cinema Paridiso-, mientras la pobreza en Estados Unidos resulta mil veces mejor que en México. Cada Casita en los pueblos migrantes, algunos verdaderos palacios amurallados, son monumentos a la nostalgia, a la ausencia, a los fantasmas, a los que probablemente nunca vuelvan. Llora mucho la migración mexicana, trabaja demasiado; pero 60 mil millones de dólares no alcanzan todavía para librarse de los caciques, narcoterroristas, alcaldes corruptos y un imperialismo benefactor. Mucho menos sirven para educarse y tener valor para hacer un cambio civilizatorio auténtico.
La obsesión anti americana no tiene visos de triunfo en el corto plazo para México. Es más costoso sustituir a Estados Unidos que sufrir sus abusos. Se tienen que buscar la convergencia con Estados Unidos, establecer acuerdos para que el Derecho internacional y el multiculturalismo consigan la coexistencia de todos. Mientras las sociedades no encuentren formas de subsistencia que limiten el imperialismo y generen desarrollo económico, la tutela de Estados Unidos seguirá siendo onerosa para nuestro país, sólo la clase política -de izquierda o derecha-, los caciques, los capos de la mafia y la alta jerarquía católica dispensan el sacrificio porque prefieren aliarse con Mister Danger así sea el mismo demonio. El Imperio Estadounidense siempre gana porque Dios es priista y proyanqui, y hasta el culto mesías de la 4T lo descubrió.
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