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México. Posibilidades de desarrollo a partir de la emigración y narcotráfico

Xochitl Patricia Campos López


Nuestro país constituye una de los enclaves migratorios más importantes del mundo, además de ser un espacio para el tránsito de personas que buscan ingresar a los Estados Unidos de Norteamérica, también provee de una cantidad más que significativa de sujetos que colaboran en el mercado informal de aquella nación como formas externas a la mano de obra barata, particularmente el narcotráfico. La importancia para México de los recursos derivados de la emigración y narcotráfico son más que absolutos, pero, aunque esto parece suficiente para señalar un beneficio importante, frente a la realidad que tiene nuestra sociedad, el hecho merece una observación en segundo y quiza un tercer grado.

Sin dejar de estimar la importancia económica, al revisar la hipótesis de George Friedman respecto a la prospectiva mexicoamericana para el 2080, existen elementos que son más que incongruentes sobre la forma en que la economía narco migrante sostiene México. Friedman apunta que los recursos por remesas migratorias y ganacias derivadas de la criminalidad que signa la frontera entre EEUU y la república mexicana son más que suficientes para generar el desarrollo del país así como la generación de un sector empresarial poderoso y grupos armados capaces de confrontar al poderoso anglosajón para recuperar todo lo que robaron a los mexicanos en 1846. No es así. Entre más se piensa la hipótesis de este geopolítico y especialista en política comparada, queda la duda de un horizonte lejano –como el fin del universo- o si el autor ha sido víctima del fentanilo nacional pirata.

Resulta una paradoja que la sociometría derivada de las remesas ilegales y el número de mexicanos en los Estados Unidos si bien parecen apuntar, cada vez más, a ese estadio; observando más de cerca el entorno nacional, existen ausencias que más bien prolongan indefinidamente esa condición o, de plano, la cancelan.

Hace algunos meses, probablemente influenciados por el entorno electoral, Vicente Fox y John Hernández exponían la necesidad de que en Guanajuato y México se estudiaran las posibilidades de desarrollo que la economía migrante, implícitamente narcotraficante, para detonar –ahora sí- el desarrollo. Algunas de las cifras que expresaban sobre el número de mexicanos en Estados Unidos se parecen más a aquellas de Donald Trump que a las que brindan las instituciones gubernamentales y académicas de ambos países, aunque con las guerras de los “otros datos”, la verdad se subordina al relativismo.

Desde la perspectiva de estos funcionarios (exfederales y ahora estatales), la cifra de mexicanos supera al tres por uno la cantidad establecida por el presidente López Obrador, en la misma proporción se potencian los recursos económicos que generan. Luego entonces, ¿por qué hay tanta pobreza en México? ¿por qué se ha incrementado, aproximadamente, en dos millones y medio el número de mexicanos que anualmente intentan cruzar ilegalmente a Estados Unidos?

Para Fox y Hernández hay que volver axial la cuestión migrante en México, como lo hizo la primera administración panista avocada a los Very Important Paisanos, recuperar programas como el tres por uno, la participación política de los migrantes en sus comunidades de origen y generar –a partir de las remesas- incubadoras de negocios en México mejor conocidas como changarros. Poco han cambiado las

propuestas de Vicente Fox sobre el tema migrante, acaso sólo ha agregado la idea de la legalización de mariguana que también proporcionaría, desde su perspectiva, importantes beneficios económicos.

La mayor parte de esta agenda fue implementada en la administración foxista a nivel federal y, seguramente, se ha ejecutado puntualmente en Guanajuato. Y nada funciona. Aunque Guanajuato no es una de las entidades más pobres del país, se convierte en un espacio de los más violentos, enclave de la criminalidad y con mayor desplazamiento de personas hacia Estados Unidos. Presenta contrastes y clivajes sociales demasiado graves. ¿Sabrá Vicente Fox y John Hernández que Guanajuato es más que Sinarcópolis?

Existe un punto de vista respecto a que la falta de educación financiera y educación en general puede alumbrar en este punto. Quienes analizan la cuestión migrante encuentran, en efecto, la importancia económica; sin embargo, a la hora de traducir ese esfuerzo en condiciones de alto impacto para resolver algunos de los problemas mexicanos, la lógica no funciona ¿Cuál es la razón de que tanto dinero que ingresa a México no genere crecimiento y desarrollo económico?, precisamente que el país sigue haciendo Catedrales en lugar de conquista el mundo o, al menos, a sí mismo y también la obediencia -a pie juntillas- del pensamiento medieval feudalista.

El oro dura poco al tonto, y eso es lo que ocurre con México. La enfermedad del patrimonialismo, consumismo, boato, afluenza, corrupción y la excesiva mala educación, recorre la estructura social de cabo a rabo en el extremo rural y urbano y de la mayor parte de los núcleos sociales. Hace más de veinte años, Samuel Huntington describió a los mexicanos en Estados Unidos y no tiene sentido hablar más al respecto, siguen en las mismas.

La supereconomía global que constituyen los Estados Unidos –ventitres veces más grande que la economía nacional- deja a los mexicanos como los protagonistas de un territorio basurero ideal para las migajas y ratones. Preciadas migajas, desde luego, como las del ratoncito encerrado en el supermercado.

La migración a Estados Unidos proveniente de otras latitudes e, incluso, extremos continentales, ha derivado con el paso del tiempo, en una mejora cualitativa. Las remesas en países como Filipinas, Israel, Korea, Cuba, Europa del Este, Italia o, en algún momento, Guatemala y Perú, ha significado la búsqueda de brechas de oportunidad y nichos de desarrollo para generar alternativas nacionales de convivencia y competencia en la globalización. Es decir, generar estructuras productivas sofisticadas capaces de producir su tecnología y abandonar el apego al sector primario y criminal. Más alla de los estudios de caso, estas deberían ser las políticas públicas que hagan a los mexicanos en Estados Unidos abandonar el clásico “no pipiros, yus tomairos” o el pretender la venta eterna de tacos, mole y pan de Acámbaro. El folclor tampoco puede ser la alternativa económica para el desarrollo. Las Casas Puebla marinistas, por ejemplo, fueron templos de la pederastia, prostitución y narcotráfico.

Las migajas de la economía norteamericana son sumamente atractivas y suficientes para el caso mexicano, pero condenan al país a la esclavitud primaria eterna. La falta de educación financiera y educación en general, no ha permitido que México encuentre una brecha de producción y desarrollo constante que le permita independencia y crecimiento frente a Estados Unidos. La época neoliberal profundizó la condición ratonera de México en beneficio de la oligarquía ultraderechista (como la de Sinarcópolis), el resultado ha sido el que los mexicanos se avocan a la emigración y el narcotráfico sólo por dinero –como dice algún estudio proporcionado por El Financiero- pero no saben para qué, su valiente voluntarismo se expresa en la idea de que “el dinero lo puede todo”, pero no saben qué es todo. Asi mismo, la falta de políticas públicas con alto impacto, es la causante del corporativismo que genera las democracias delegativas.

La pobreza de México se lleva en el alma, pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos.

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