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Norteamérica las posibilidades de la integración

Norteamérica, las posibilidades de la integración

Diego Martín Velázquez Caballero

Nos encontramos con un escenario geopolítico fuera de serie. La forma en que los acontecimientos de Afganistán han venido ocurriendo, dejan las aguas revueltas y complicadas. La reflexión respecto de los sucesos en Afganistán nos muestra la importancia que todavía guarda el imperialismo norteamericano. El aparente abandono de este pivote regional constituye un riesgo para lo que Brzezinski denominaba los Balcanes Euroasiáticos. Salir de la zona implica desbalancear el frágil equilibrio y observar si otras potencias regionales son capaces de arreglarlo o inician nuevos conflictos que reclamen la presencia de Estados Unidos.

Mientras tanto, la concentración regional en el continente americano del poderío estadounidense es una consecuencia fundamental. Brzezinski parece estar dejando el paso a Huntington. La cuestión afgana no es menor, tomando en cuenta que los talibanes son una creación norteamericana. Es decir, si bien es cierto que se retiran del control militar en aquella región, tanto el gobierno que fue abandonado como el que los talibanes buscan afirmar, tienen vínculos con Estados Unidos. No hay manera de inhibirlo.

El abandono de Afganistán es una muestra de lo que puede ocurrir en el mundo. Las zonas pivote que se acaban de liberar, ahora ofrecen la posibilidad -y el riesgo- de que el mundo entero tome las cosas por su cuenta.

Existe una obsesión antiestadounidense en varias partes del mundo y cada situación como Afganistán es una evidencia de lo que puede costar la autonomía, el regreso de los fundamentalismos religiosos.

El que Estados Unidos -aparentemente- se retire de este triángulo geográfico euroasiático implica una mayor presencia en el continente americano. Algo que puede ser positivo o negativo según la situación que cada país latinoamericano pueda producir.

Una integración cada vez mayor es la consecuencia obvia de este proceso, pero, según cada nación de nuestra latitud sea capaz de transformar su estructura socioeconómica, la consecuencia directa puede ser colonialismo, intervencionismo o integración nivelada.

Para el caso mexicano, el abandono de Afganistán significa mayor intervencionismo de Estados Unidos. Situación que también implica una fuerte responsabilidad. Probablemente sea una de las últimas coyunturas que la historia ofrece para una integración formal. México no tiene donde acudir para conformar un bloque geopolítico y la situación con Norteamérica es natural.

Hay una posibilidad que puede cambiar la situación de México, pero requiere de mucha cooperación de la clase política.

La derecha mundial se confronta entre sí, por un lado, quienes anhelan mantener la hegemonía de Occidente y, por otro, quienes piensan que esto ha terminado y el capitalismo victorioso debe hacerse cargo no solamente de sus víctimas sino incluso del posibilismo y externalidades para que la humanidad pueda sobrevivir.

Mientras el sistema político mexicano se agota en una competencia estéril y ridícula, se pierde de vista la velocidad de los cambios que están configurando el mundo postcovid.

México tiene la tarea de diseñar una estrategia económica gigante que sea capaz de dimensionar las demandas y necesidades que ahora presenta la sociedad estadounidense.

La importancia de Estados Unidos no puede evadirse de la agenda política mexicana, implica una mayor posibilidad de empleos, emigración, intercambio, comercio, seguridad nacional.

Los grupos de la delincuencia organizada serán los primeros afectados de la concentración nacional estadounidense. Los resabios de la rebeldía campesina se concentran en el narcotráfico y la delincuencia organizada, la presencia de Estados Unidos y la conciencia de su seguridad nacional puede contribuir al control de estos grupos. Pero el país debe cambiar su estructura socioeconómica para aprovechar la mayor concentración que Estados Unidos vincula tener regionalmente.

Durante la era neoliberal se transformó -para bien o para mal- la situación de México. Ya no es un país rural en proceso de transición a un país urbano. De un modo u otro, México cuenta con más ciudades, carreteras y espacios industriales que han cambiado la economía. La mayor parte de los campesinos mexicanos emigraron a Norteamérica para sobrevivir, y lo siguen haciendo, incluso las personas de pequeñas ciudades o los desplazados por la violencia del narcotráfico. La mayor parte de los campesinos mexicanos viven en ciudades norteamericanas y, cada vez, se han tenido que dedicar a actividades que casi nada tiene que ver con la agricultura. Son, tal vez, los principales representantes de una modernidad esquizofrénica acelerada que desde el siglo XV viven los nativos de lo que se denominó Latinoamérica.

¿De qué modo puede contribuir México al pentagonismo? La mejor contribución es evadir la intervención militar y aprovechar los renglones económicos: comercio, migración, seguridad nacional e, incluso, la reconversión agroindustrial.

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