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¿Pa qué?

Samuel Schmidt

Hay varias teorías para explicar las guerras, aquí menciono algunas.

Para la teoría económica la guerra se realiza para apropiarse de los recursos de los otros y esta motivación puede extenderla hasta dónde hay recursos deseados.

Las guerras comerciales son una variante de la guerra económica, que busca dañar los intereses económicos del enemigo.

La teoría antropológica sostiene que la guerra se realiza para apoderarse de la vida de los vencidos para alimentar (enriquecer) la vida de los vencedores, así muchos “guerreros” se apropian de señales de los vencidos, su cabellera, o su hígado o corazón, esos órganos representan la vida y la fuerza: a Sansón lo derrotaron después de cortarle el cabello para despojarlo de su fuerza.

Las guerras religiosas son para destruir al que cree de una manera distinta (infiel), muchas veces es el mismo dios pero se le adora de manera distinta, aquí cabe la “internacionalización” de la inquisición que de santa no tenía nada y de ladrona tenía mucho.

Todas las guerras tienen un componente territorial y no tienen propósitos “puros”. Las guerras económicas tienen “triunfos” simbólicos” y las religiosas adquieren recursos.

Las cruzadas que eran un gran proyecto cristiano, buscaban conquistar la tierra santa y de paso ampliar los imperios.

Algunas guerras se motivan por intenciones megalómanas, como construir grandes imperios y conquistar el mundo. Cuántos de los “guerreros” han usado como modelo a Iván el Terrible o El Grandioso, cuántos se han inspirado en grandes sátrapas, o conquistadores brutales que asolaron al “mundo”.

Pero si consideramos un concepto distinto de la geografía que concibe al territorio no como un concepto plano, sino que se construye dinámicamente, al ampliarse o disminuirse. La guerra amplía el territorio y con la globalización de la tecnología que la sostiene los territorios pueden adjudicarse sin uso de las armas con en la guerra comercial. No se requiere tener control físico del territorio para establecer un interés propio.

Hay entes cuyo territorio o interés fundamental está en todo el mundo, es el caso de la iglesia católica que tiene 225,406 parroquias en prácticamente todo el mundo y las decisiones de su jerarquía impactan muchas decisiones gubernamentales.

Los musulmanes son una religión que crece con rapidez, tienen 3.6 millones de mezquitas, y los grupos radicales, extremistas y fanáticos, tienen un proyecto para la guerra santa, apoderarse del mundo e imponer su ley religiosa.

Estados Unidos tiene un interés fundamental en todo el mundo, en términos militares sostiene 800 bases militares en más de setenta países por todo el mundo, y en términos económicos por medio del dominio del dólar y su gran potencia económica; muchos de sus intereses históricamente se han disfrazado de misiones religiosas.

China tiene muy pocas bases militares pero con el proyecto de la nueva ruta de la seda busca crear un interés mundial al establecer una red que lo conectará con Asia, Europa, África, América Latina, por medio de la construcción de carreteras, ferrocarriles, puertos modernizados, etc. A muchos los asombra el gran puerto recién inaugurado en Perú.

Estoy tentado a llamar “la guerra imbécil” a la nueva guerra que inició Donald Trump, porque estratégicamente no tiene mucho sentido abrir muchos frentes al mismo tiempo, y declararle la guerra a sus aliados, poniéndolos como si fueran su gran enemigo. Agrede a México y Canadá, amenaza a Panamá y con ella a los países latinoamericanos que están enojados y enfrenta a Dinamarca que es miembro de la OTAN. Pero como dice el viejo proverbio judío: no puedes bailar en dos bodas al mismo tiempo, y este quiere pelear en muchas guerras al mismo tiempo.

Trump está tratando de cerrar el frente bélico del Medio Oriente para que por medio del Pacto de Abraham pueda crear una ruta económica de Europa hasta India para competir con la ruta de la seda de China y consolidar su postura geo-estratégica en Oriente Medio, pero India es actor principal en los BRICS y puede usar esa ruta a favor de ese bloque.



Fuente:

 

Al mismo tiempo le declara la guerra interna a los migrantes, lo que tendrá un cierto impacto económico porque se reducirá esa mano de obra.

Internacionalmente su misil preferido son las tarifas y las coloca y amenaza aún sin provocación. Logró someter al colombiano Petro, pero está por verse como se desenvuelve el enfrentamiento con México y Canadá, por lo pronto México aceptó militarizar la frontera. Falta ver la respuesta China y hasta donde llega el conflicto con Dinamarca por Groenlandia.

La guerra moderna se calcula en el número de perdidas para las partes, en vidas humanas y equipos y se puede calcular cuanta perdida puede soportar la sociedad de los vencedores, por ejemplo la inflación en Estados Unidos con las tarifas.

Ya empezaron las protestas en el mundo contra las bravatas y amenazas de Trump y domésticamente ya empezaron a levantar la voz los que van a perder con las sanciones tarifarias: las empresas transnacionales, que perderán en China, México y Canadá.

Y si acaso en América Latina logran concretar diversificar mercados, Trump encontrará que su sociedad sentirá el impacto y el perderá la guerra.

Y si pierde la guerra, recordemos que un animal herido de muerte puede seguir siendo muy peligroso.

Hay muchos caminos para empatar intereses especialmente en tiempos de turbulencia, ¿así que para qué la guerra?

@shmil50

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