Carlos Ramírez
El expresidente Enrique Peña Nieto está dejando correr la versión de que posee una videoteca con pruebas que pudieran incriminar al presidente López Obrador y llevarlo al cadalso. Sin embargo, la realidad del mexiquense es más modesta: vive el exilio dorado, lo zarandearon con un expediente de apenas 26 millones de pesos, el presidente priista Alejandro Moreno Cárdenas lo desdeña en público y ya perdió la sucesión de gobernador en el Estado de México.
Peña pudiera estar siendo víctima de sus fantasmas del pasado. En 2018 utilizó todo el poder del Estado para quitarle posibilidades electorales del candidato panista Ricardo Anaya Cortés lanzándole todo el poder de la PGR y con ello beneficiar en ese momento al candidato morenista López Obrador, solo porque el candidato de la coalición PAN-PRD había amenazado con encarcelar a Peña Nieto.
Si en verdad el expresidente Peña Nieto quisiera entrar en una guerra de gladiadores contra López Obrador, desde cuándo que debió de haber trasladado su residencia de España a Ciudad de México para organizar una guerra política. Pero resulta que la sucesión en el Estado de México ya no pasa por Peña Nieto y el PAN le dio un coscorrón con el destape de un candidato propio fuera de la alianza opositora y el gobernador priista Alfredo del Mazo Maza está más en los territorios lopezobradoristas que en el espacio político en el exilio del expresidente.
Los cuadros políticos sobrevivientes de Peña Nieto se encuentran todos acotados, por la cual exige una decisión real del expresidente de comandar un grupo político de fuerza para conquistar la gubernatura mexiquense, para poner candidato presidencial del PRI y para construir un maximato tipo Elías Calles, aunque en el fondo pueda ser una breve expresidencia obregonista (según sus referencias en su tesis de licenciatura sobre el presidencialismo de Obregón).
El asunto de la videoteca contra López Obrador, de existir, ha dejado correr versiones ingenuas sobre las relaciones entre el presidente y el expresidente, publicando presuntas llamadas de preocupación y súplicas de López Obrador a un engallado Peña Nieto que aparece, en esas historietas, dictándole órdenes a su sucesor.
En este contexto, el tema de la videoteca anti López Obrador ya se pudrió, porque a partir de ahora cualquier video contra el presidente o su familia será endosado de manera automática a Peña Nieto y con ello encarecer el costo político de enfrentarse a López Obrador, aun cuando pudiera darse el caso de que se tratara de videos ajenos a los presuntamente controlados por Peña.
Los dos coscorrones de la Unidad de Inteligencia Financiera y de la Fiscalía General de la República cimbraron el exilio de Peña Nieto al grado de obligarlo a poner en venta de manera urgente una de sus propiedades. Esta reacción temerosa fue el mensaje a Palacio Nacional de que no quiere problemas y que volverá a sumirse en la pasividad ex presidencial.
El siguiente paso de Peña Nieto será hacerse a un lado de la elección mexiquense, toda vez que el presidente de la República fue el principal operador del proceso de designación de la secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez Alvarez, como precandidata de Morena al gobierno mexiquense. Y la falta de autoridad política de Peña Nieto fue reconfirmada con la decisión del PAN de designar precandidato al margen de la alianza va por México que administra el empresario ultraderechista Claudio X. González.
El carácter de Peña Nieto no le da para una guerra a fondo con el presidente López Obrador, además de que sus principales escuderos carecen de espacio político real inclusive dentro del PRI porque es la hora en que los peñistas no pueden lograr la renuncia de Alito a la presidencia del partido. Para una confrontación con el presidente de la República, el expresidente Peña Nieto necesita de poder, recursos económicos, decisión y sobre todo presencia física, porque todos los que buscan su consejo o padrinazgo tienen que viajar doce horas a Madrid y esconderse de que los vean llegando a la finca del exilio, y luego doce horas de regreso para cumplir con instrucciones, con el temor de que hay enorme desconfianza en comunicaciones telefónicas o de Zoom que pueden ser captadas por el espionaje político de cualquiera.
En este escenario, el espacio político de Peña Nieto se va a mover entre el estilo timoratode Pascual Ortiz Rubio que renunció al cumplir dos años de gobierno porque la presidencia le quedó grande y su propio estilo metrosexual de hacer política sin despeinarse a través de imágenes mediáticas que ya son ineficaces.
Luego de los dos mensajes penales, Peña Nieto tiene que dar una respuesta política y de poder.
Política para dummies: La política es la fuerza del poder y el poder lo tiene… el poder.
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