Carlos Ramírez
Los expertos en estrategias de campaña no cayeron en el garlito de suponer que los ataques del presidente López Obrador contra la senadora panista/no-panista Xóchitl Gálvez eran parte de un error de ánimo en Palacio Nacional. En realidad, la insistencia presidencial está revelando la existencia en México de una corriente de populismo de derecha-ultraderecha tipo Vox de España y Trump en EU.
La prefiguración de la candidatura aliancista en la figura picaresca de la senadora Gálvez está ocultando un proyecto de disputa entre dos proyectos de nación.
La senadora Gálvez estaría en la lógica de la construcción de un nuevo espacio del centro conservador a la ultraderecha en condiciones favorables que no existían desde la coalición derechista que encabezó Manuel J. Clouthier, Luis H. Alvarez y el gobierno de Ronald Reagan y que catapultaron sus posibilidades con una alianza alrededor de los banqueros expropiados, pero que se diluyeron porque el proyecto neoliberal conservador lo aplicaron Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari.
La coalición neoconservadora tiene estructura de poder:
--El PAN de los bárbaros del norte del Luis H. Alvarez y Manuel J. Clouthier de 1988 que sigue latente en el panismo.
--La alianza ultraderechista PAN-Vox-Yunque.
--El panismo racista de Vicente Fox contra la comunidad afroamericana como presidente y ahora con un perfil profundamente antisemita.
--La corriente de Eduardo Verástegui impulsada nada menos que por el expresidente Donald Trump,
--La corriente salinista neoliberal del PRI que empuja a José Ángel Gurría y a Idelfonso Guajardo como ideólogos del proyecto neoliberal salinista 3.0 --luego de Aspe Armella y Peña—. EL PRI de Alejandro Moreno Cárdenas es el de De la Madrid-Salinas de 1988-1994.
--La Coparmex como sindicato patronal de corte ideológico antisocial,
--El antilopezobradorismo ideológico y proempresarial de Claudio X. González,
--El bloque intelectual de Lorenzo Córdova Vianello, Ciro Murayama Rendón y Edmundo Jacobo Molina como guardianes del modelo electoral de democracia protegida al estilo chileno de Pinochet que fundó la alianza Salinas de Gortari-José Woldenberg-Elba Esther Gordillo-Peña Nieto para impedir el posicionamiento electoral de López Obrador y cualquier otro modelo populista que modifique la estructura del régimen priista vigente.
--El PRD en proceso de disolvencia, pero con la tarea última de que la izquierda comunista y guerrillera de Jesús Zambrano cumpla con la maldición histórica de que el ultraizquierdismo suele consolidar alianzas fascistoides.
--Y una sociedad no partidista que ya ha comenzado a consolidarse en las calles en contra de los procesos institucionales electorales y que compra cualquier figura que pueda competir, combatir y confrontar a la corriente lopezobradorista, esa sociedad rosa con un discurso en redes sociales que raya en la exclusión social y política a partir de comportamientos sentimentales contra las propuestas sociales de Morena. Esta sociedad se resume en aquel grito resentido en las marchas a favor del INE que calificó al presidente López Obrador como “indio patarrajada”, configurando una base antisistémica que suele crear las condiciones de un fascismo populista por su conformación como corriente de choque contra cualquier tipo de definición social, populista, progresista o de izquierda socialista.
El perfil de la senadora Gálvez cayó como anillo al dedo a la interpretación ideológica de la oposición neoconservadora, cuando menos sus datos explotables en su campaña política: origen indígena, pobreza conformista, escalamiento social vía la educación, capacitación profesional para una reconversión empresarial individualista de clase explotadora y un discurso forzadamente social producto de la mixtura de la ideología panista del solidarismo y el bien común y el modelo de asistencialismo social del salinismo del Pronasol.
La senadora Gálvez, por lo tanto, es la pieza clave para un populismo de derecha-ultraderecha.
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Política para dummies: La política se oculta debajo de las piedras.
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