Última llamada
La guerra tiene propósitos económicos, políticos y simbólicos
Económicamente Rusia ganaría mucho anexando el potencial económico de Ucrania, lo que equilibraría el costo económico del gasto de la guerra y las sanciones que le impone occidente y le daría un respiro hacia el siglo XXI.
Simbólicamente para justificar la guerra los líderes identifican y generalizan al enemigo de tal manera que la sociedad se una para la guerra, por eso para un homófobo moraligeno como Putin que ha perseguido a los transgresores en su país, desde artistas hasta periodistas, es importante decir que el liderazgo ucraniano es drogadicto y de paso enarbolar la bandera de la segunda guerra mundial en la lucha contra los nazis, con los que la URSS se alió para ser engañada y que la aventura le costara entre 3.3 y 3.5 millones de muertos, sosteniendo que el judío Zelensky es neonazi.
Políticamente la guerra puede responder a una necesidad de fortalecimiento de los líderes que avasallan a la sociedad a fin de consolidarse en el poder. ¿Qué tal si Putin está débil y requiere una guerra para consolidarse en el poder terminando de reprimir y liquidar a sus opositores?
No siempre un líder tiene la estatura moral para mandar a morir en el frente de guerra a los jóvenes, pero para el ejercicio del poder, como diría el viejo corrupto mexicano, la moral es un árbol que da moras.
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