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¿Quién empezó?

Santiago Roig


Cuenta una leyenda familiar que cuando mis tías eran pequeñas, la mayor de las dos solía agredir a la otra, pellizcándola o jalándole el pelo, al tiempo que gritaba “¡Mamá, mi hermana me está pegando!”; la pequeña tenía la mecha tan corta que para cuando mi tía abuela llegaba al lugar de los hechos el grito de la mayor había dejado de ser mentira. De nada valían las protestas y las aclaraciones de la menor sobre quien había empezado el sainete. Pero resulta que un día, por casualidad, la tía abuela entró a la pieza sin que la mayor se diera cuenta y pudo atestiguar la agresión antes de escuchar el grito de la hija. Ahí le quedó clara la situación y al fin se pudo hacer justicia.


El intercambio de acusaciones entre Morena y lo que ha dado en llamarse el McPRIAN me recuerda esta escena infantil. Ha sido tal el intercambio de insultos y hasta amenazas que llega un momento en que ya no sabemos bien a bien donde y cómo empezó el pleito verbal. Claro que, al igual que mis tías, cada parte tiene su versión de los hechos. Yo mismo, en mi calidad de lépero (como recientemente nos bautizaron) tengo mi opinión y mi versión, pero el punto aquí es que esto, a diferencia del caso de mis parientes, se ha vuelto irrelevante. Me explico.


La batalla verbal entre ambos bandos tiende una cortina de humo que es útil sobre todo a una de las partes. El problema de fondo no es quién insultó a quien, sino cuál de los dos modelos de sociedad sale avante de la trifulca. En el caso del McPRIAN sabemos bien que es una defensa del modelo que damos en llamar Neoliberal y que les ha permitido medrar por años; en el caso de Morena no hay un modelo preciso, porque no lo hay en ningún lado (al menos que yo sepa), sino la intención de revertir o al menos paliar los efectos de las condiciones que nos han sido impuestas y que a ojos vistas han deteriorado la situación de la gente no solo en México, sino en todo el mundo.


Un texto de la magnitud de este y cuya finalidad es aparecer en un semanario no es el mejor medio para hacer un análisis exhaustivo, pero si es importante señalar al menos una serie de eventos, perfectamente comprobables, que muestran las grandes fallas de ese neoliberalismo que combatimos. En términos generales lo primero que hay que señalar es la enorme desigualdad de la distribución de los recursos y la riqueza misma que ha hecho que esta se concentre cada vez en mayores cantidades y en menor número de manos, con el consiguiente detrimento tanto de las clases medias como de las clases bajas; por otro lado, es ya incuestionable que el deterioro del medio ambiente y el desastre ecológico que viene son causados en muy buena medida por las prácticas de empresas que sólo toman en cuenta las posibles ganancias económicas.


Pero lo anterior se ha dicho y repetido mucho ¿cómo se ven estas prácticas en la vida cotidiana de un pueblo y que hace la gente para combatirlo? En los últimos años hemos podido atestiguar en diferentes formas y en diferentes lugares estos eventos. Tal vez mi favorito, por ser el más significativo a mis ojos, es la revolución pacífica que se está llevando a cabo en Chile. Este país fue el buque insignia del neoliberalismo. A raíz del golpe de estado de Pinochet (que algunos piensan que fue alentado justo con este fin, otros que solo fue aprovechado) el país cambió sus políticas para hacer realidad las ideas de los economistas de la corriente neoliberal. El catálogo de cambios es enorme, pero la bancarrota de muchas de las ideas, como la privatización del agua y otros servicios, o la creación del equivalente de nuestras afores, terminaron por crear un descontento tal entre la población que, primero, se consiguió

gracias a la presión popular crear los mecanismos para dotarse de una nueva constitución que reemplace a la neoliberal de Pinochet, por otro lado en las recientes elecciones ganó un presidente joven y netamente de izquierda y los resultados empiezan a verse: la Central Única de Trabajadores consiguió negociar con el nuevo gobierno un sustancial aumento en los salarios mínimos. Una negociación de este tipo no se veía desde los tiempos de Allende.


También la pandemia nos mostró de diversas formas la cara poco amable del neoliberalismo en todo el mundo, según varios estudios en países como Italia, Francia o España se considera que la situación salió de control sobre todo como consecuencia de la previa privatización de la atención a la salud. Debería ser obvio para cualquier lego en el tema que la medicina privada estará muy poco inclinada en mantener instalaciones onerosas como las de cuidados intensivos para pacientes que no pueden pagarlas porque los seguros privados no los apoyan. También está el negocio que armaron las farmacéuticas con las vacunas y el monopolio de la producción por cuenta de los países ricos. La salud en manos privadas demostró ser una invitación al desastre.


En la actualidad la crisis de los energéticos en Europa tiene como trasfondo el modelo económico mucho más que la guerra en Ucrania.


Aunque menos evidente, creo que en nuestro país muchos de esos efectos se han ido sintiendo. El rotundo éxito electoral de López Obrador en 2018 puede en buena medida atribuirse a eso, aun cuando los ciudadanos “de a pie” no tengan un discurso muy articulado sobre el tema. Ya desde hace tiempo son obvias las intenciones de fondo de acciones como el Fobaproa, la reforma energética de Peña Nieto, la supuesta reforma educativa que más bien era reforma laboral y que hasta donde sé no funcionó mucho; y todo esto sin contar los innumerables casos de corrupción que se manifiestan en obras caras, inútiles y mal hechas que de algún modo parecen ser una componente inseparable de este sistema neoliberal.


En este contexto, el dirimir quién empezó es, por tanto, irrelevante. Pienso que, al igual que en 2018, la gente podría dar una especie de veredicto sobre quién merece su confianza - o bien a quien le cree y a quien no - en las urnas, y justamente en unas semanas, el 5 de junio, tendrá la ocasión de hacerlo en algunos estados. Estos resultados pueden ser un mucho mejor indicador que todo lo que se ventila sobre traiciones a la patria y lanzamiento de insultos de uno y otro lado.


Pero como bien dijo Yogi Berra, el entrañable catcher de los Yankees: «Es difícil hacer predicciones, especialmente sobre el futuro». Esperemos al 6 de junio.

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