Diego Martín Velázquez Caballero
El exgobernador de Zacatecas y líder hegemónico del Senado mexicano por encima de la potencia morenista, ha cerrado la pugna contra los probables sucesores de AMLO y la pérfida oposición. Como en la novela de Martín Luis Guzmán, la inercia del antilopezobradorismo impulsa a Monreal con todo y sus indefiniciones. La personalidad obscena del Senador Ricardo Monreal no ha sido impedimento para ser concebido como un Gral. Ignacio Aguirre a quien las fuerzas cívicas, liberales y demócratas signan como el mal menor frente a los ambiciosos y sanguinarios representantes del nacionalismo revolucionario anticlerical comunista.
La afirmación monrealista de la división de poderes fue semejante a los pasos del Apolo XIII en la la luna: estrambótica, pero falsa. Yankee, como los dólares, think tanks, empresarios y cabilderos que lo soportan; pero exigente, como el mensaje de la embajada americana respecto del territorio que gobiernan caciquilmente sus familiares. Del mártir de Huitzilac sólo hay redención para ser una florecita como Ignacio Bonillas o un nopalito como Pascual Ortiz Rubio. De Peña Nieto, Fox y Calderón, mejor no hablar.
La cuña que ha venido a ser el partido senatorial monrealista dentro del Movimiento de Regeneración Nacional genera clivajes cada vez mayores en las bases de apoyo, geografía gubernamental y partidista; e incluso de la disidencia narcotraficante paramilitar. Es claro que el monrealismo puede convertirse en el delahuertismo que desató la furia en contra del régimen revolucionario y que culminó por someterlo después de la Segunda Guerra Mundial. El apoyo que Monreal ha recibido de gobiernos estatales como el de Puebla, Nayarit, Tlaxcala, Guerrero, Californias mexicanas y estadounidenses, Zacatecas y aquellos que se encuentran en manos de la oposición; le dan posibilidades a la locura de confrontar al presidente de la república. Incluso Marcelo Ebrard comienza a pensar en defenestrar sus aspiraciones para mantener una rentabilidad burocrática redituable para el imperialismo francés que lo antecede.
Aunque Ricardo Monreal considere que libremente construye su candidatura presidencial, en realidad su aspiración termina coincidiendo con la estructura fáustica que, históricamente, ha encaminado los intereses conservadores, oligárquicos, neoliberales y proestadounidenses. Esta coalición antimexicana es tan vil que usa a los caudillos, aún muertos, para seguir ganando batallas (El Cid, Pro, Zapata, Villa, Colosio, etc.), ¿de qué tiene más ganas Monreal? ¿ser mártir o presidente?
El empuje que recibe Ricardo Monreal de todos los enemigos de López Obrador comienza a ser notablemente perjudicial para aspirantes como Claudia Sheinbaum o Adán López, basta con observar las fracasadas concentraciones y estrategias políticas en la provincia mexicana donde acuden tales personalidades.
La incompetencia de MORENA para institucionalizar un partido político, la ausencia total de disciplina e ideología, el hecho de compartir el poder con tantos caciques, suripantas y tránsfugas de toda ralea comienza a manifestar sus costos rumbo a la sucesión del 2024. Los mismos abyectos que acariciaban la cabecita de algodón de azúcar para reconstruir el estado de bienestar en el país, ahora están dispuestos a llenarse con todo tipo de veneno para inhibir al maldito populismo. ¿De qué sirve la elevadísima aprobación del presidente AMLO si los operadores
políticos están vendiéndose al mejor postor? ¿Cómo empalmar la notable aceptación popular de AMLO con la vomitiva corrupción burocrática federal, estatal y partidista? La ausencia de lealtad y nacionalismo en la clase política mexicana culmina en un país abierto al colonialismo y una base social dispuesta a la prostitución electoral.
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