Xochitl Patricia Campos López
Los actores de la derecha, tanto secular como religiosa, han recobrado su lugar en las investigaciones periodísticas, así como en la academia. Aunque los géneros mantienen diferencias tanto en la metodología que emplean como en el público al que se dirigen, ¿no resulta esnobista la distancia entre el análisis periodístico y el académico sobre la derecha?
A últimas fechas, no obstante que el ámbito universitario se presenta como tolerante y plural, desde ahí se hace mención a las alteraciones y errores propios de las investigaciones periodísticas, que generan un sesgo capaz no sólo de confundir el criterio de la opinión pública, sino de promover abiertamente las teorías de la conspiración. Este año cumple dos décadas la aparición del texto de Álvaro Delgado que abrió una ventana a grupos y estrategias de la ultraderecha mexicana, y la crítica desde la academia no ha cesado.
Los desplantes de la academia hacia el periodismo por lo que se relaciona al estudio de la ultraderecha son exagerados. México es uno de los países más peligrosos del mundo para el periodismo por su perspectiva sobre varios temas, incluido su punto de vista sobre la ultraderecha. La aproximación a las fuentes y las inferencias realizadas al respecto siempre serán temas de debate, pero el sentido común también ayuda para comprender la información auténtica de la comprometida. En tal sentido, el periodismo es un terreno más álgido que la academia.
La ultraderecha mexicana y particularmente los miembros del nacionalismo católico no son grupos que faciliten el acceso a su estudio. Algunos periodistas realizan investigaciones valientes y prefieren la prudente distancia de empresarios, clérigos y políticos que influyan en la interpretación del trabajo.
La información periodística puede parecer estrambótica, pero no siempre es falsa. Pero el escrutinio académico, por su parte, tampoco puede resultar inútil o relativista. En cualquier caso, concluir que la ultraderecha mexicana es inocua o que jamás puso en riesgo la estabilidad del país, lleva a suponer que la Guerra de Reforma, la Intervención Francesa y la Guerra Cristera fueron provocadas por el aleteo de una mariposa.
Las capillas intelectuales son lo más común en las universidades públicas, al igual que ocurre con el faccionalismo en los partidos políticos; a ello se debe tan débil impacto y aprovechamiento del trabajo de investigación, así como la generalizada corrupción en esta labor. ¿Por la información de Sheridan vale la pena cuando acusa el plagio de una tesis y no al señalar la penetración profunda de nazis, la CIA y la ultraderecha en la universidad pública?
La historia de México, como la de Latinoamérica, constituye una dialéctica de las fuerzas oligárquicas, religiosas y sociales. Pocas veces las reivindicaciones populares han sido triunfadoras indiscutibles; por el contrario, pareciera que dada la magnitud de su dimensión, le resulta imposible organizarse. De ahí que la mayor parte de las veces juega el papel de muchedumbre movilizada a favor de los intereses que plantean otras tendencias.
El liberalismo y conservadurismo han sido los protagonistas del devenir histórico del país. Las coincidencias y desavenencias entre los proyectos políticos de ambos grupos, generan la paz o la inestabilidad de lo social para el caso mexicano.
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