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Pericles


Al primero que mataron fue al gordo prieto sin camisa que iba manejando. Por lo que la troca viró volcándose en forma aparatosamente mortal. Los cuerpos por doquier, que momentos antes iban vivos en la parte trasera, ahora yacían inertes dentro y fuera de la carretera. La policía tarde en los hechos, llega acordonando el área del crimen y se apresuran a levantar fe del chofer, que lo encuentran irreconocible por su cabeza destrozada. Los peritos, que llegaron atrás de la policía, dictaminan que el gordo, en realidad murió de dos balazos. El primero, impactando el ojo izquierdo “porque quedó abierto y quemado” y el segundo en el pecho, debajo de la tetilla izquierda “directo al corazón”. El gordo, por gordo, quedó chico dentro de la cabina comprimida por lo que lo tuvieron que descuartizar para sacarlo a pedazos y después medio reconstruirlo en la camilla mortuoria. A los demás los acomodaron sobre el asfalto de la carretera para la foto de reconocimiento. En lo que los peritos levantaban las actas correspondientes, se oye las aspas y estruendo de un helicóptero que termina posándose en la carretera al frente de los hechos ,dado que en el lado contrario la fila de vehículos y camiones se iba congestionando a cada minuto. ¿Qué tenemos?!” Dijo el comandante inmediatamente al bajar. Cuadrándose, el teniente policiaco en tierra dice: “Mi comandante, tenemos ocho sujetos fallecidos en forma traumática, de los cuales solo uno, el chofer, falleció de dos impactos de bala de alto calibre” ¿Suicidio?” “Eso parece mi comandante” ¿Traían armas?” “En eso andamos mi comandante” El comandante sin quitarse sus lentes oscuros y como que ya había estado en escenarios similares, saca su teléfono celular y se va caminando hacia la periferia del crimen. Los peritos de bata blanca siguieron tomando fotos de cercas y de lejos, cuando se empieza a oír otro estruendo en el cielo como el anterior. Eran los militares. De la camuflada máquina voladora salen un capitán y dos elementos castrenses que lo seguían. El militar sin hacer preguntas, se encamina hacia el comandante de la policía que se encontraba de espaldas y prácticamente ya gritando por su teléfono. Cuando los motores y aspas se detienen, se pudo oír lo último de la conversación del policía cuando dijo: “Si Señor”. La conversación entre los representantes del orden ya no se pudo oír, puesto que se fueron caminando juntos y como secreteándose. En lo que se retiran, llegó la prensa con sus cámaras en otro objeto volador y también usando la carretera como pista de aterrizaje. El reportero famoso pregunta: ¿Quién está a cargo aquí?” como exigiendo. Nadie de los uniformados contesta, hasta que se van con cámaras y micrófonos contra uno de los peritos y le dicen: ¿Disculpe que sucedió aquí?” con micrófono en mano. El perito con mascarilla facial y guantes, se acomoda sus lentes de aumento y dice: “Disculpen pero no puedo dar declaraciones de ningún tipo” con perfecta cortesía. Por lo que el equipo de prensa voltea y ve que los uniformados de más alto rango vienen de su conversación privada. Las dos partes como ya sabiendo, toman sus poses de uniformados profesionales y empiezan las primeras declaraciones oficiales. Las cámaras empiezan a rodar, cuando en eso se oyen gritos bíblicos de dolor y llanto. Eran los familiares. Familiares que se abalanzaron hacia la escena de muerte con toda la emoción de haber perdido todo su mundo personal en un segundo. La policía y militares de bajo rango trataron de contenerlos, por lo que de la emoción pasaron a los golpes. Siendo las mujeres las que lograron romper el círculo de seguridad y tirarse sobre sus seres queridos que ya se habían ido. Los peritos, trataron a su manera de retirarlos para ellos poder terminar con su tarea pero fue imposible. “Mejor déjenlas” dice el capitán como invadiendo jurisdicciones. Al final, lo que no lograron los de uniforme, lo lograron los bomberos al llegar al último con sus mangueras para apagar la troca en fuego. “el tráfico mi comandante” dijo como disculpándose el jefe de los amantes del fuego y medio cuadrándose con los oficiales. El agua bomberica hizo que la gente se desplegara, además de limpiar la sangre del asfalto junto con los detritus humanos. Apagaron el fuego, pero no el de dos de las dolidas que le lloraban a un mismo hombre. Con mezcla volátil de emociones, las dos mujeres empezaron a gritarse maldiciones que nada más se dicen las mujeres entre ellas y en lo que se empiezan a jalarse del cabello, se oye otro disparo. Este otro fue para el reportero famoso que trataba de entrevistar a la esposa del gordo, con la pregunta obvia de: “que si como se sentía”. El balazo de alto calibre, le destrozó la cabeza y cae micrófono en mano, fulminado. La gente estupefacta, después de segundos de silencio transitorio, empezó a gritar y algunos a correr de regreso al pueblo pegado a la carretera ,de donde acababa de salir la troca con los ahora occisos. En el caos se podía filtrar algo de las sirenas de las ambulancias que venían de la cabecera municipal que daba el apoyo regional. Los militares, siendo militares se agazaparon como pudieron y los policías trataron de hacer lo mismo. Inclusive algunos se hicieron pasar por muertos, junto con los ya fríos. El remolino de gente tratando de huir de la muerte, corre desesperada y sin rumbo fijo como sus mentes consumidas por el miedo. En lo que huyen como pueden, llegan las ambulancias sin saber lo que estaba sucediendo. Así mismo, los de la funeraria que venían atrás de ellos. No faltó quien gritara: “Agáchense que nos están tirando!!” Los últimos en la escena tratan de ocultarse pero quedan más expuestos que nadie. Uno de los militares grita junto con los policías: “No se muevan!!” Repiten : “no se muevan” Y así todos los presentes en la escena de los crímenes quedaron inmóviles y en silencio sepulcral. Pasó el tiempo inexorable e infinito, hasta que uno de los militares se acerca al capitán pecho tierra y dice: “Mi capitán, parece que nos tiraron desde el otro lado de la frontera”. Sniper

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