Leticia Calderón Chelius
“A quienes han sufrido cualquier tipo de violencia política”.
Tanto nos han dicho que la elección del 6 de junio es la más grande e importante de nuestra historia que de repente hasta nos lo creemos. Sin embargo, toda elección es el momento político más relevante de una democracia porque expresa la voz de los ciudadanos a través de las urnas. “El voto es el arma del pueblo”, se leía en las bardas de las calles de Portugal en abril de 1974 en medio del furor de la revolución de los claveles luego de la caída del régimen que gobernó ese pequeño país por décadas. De alguna manera, nos toca ahora a los ciudadanos de los países democráticos mantener ese legado y esa inspiración.
Las próximas elecciones ciertamente serán las más grandes en términos numéricos respecto a otras muchas que hemos tenido, porque desde hace varios años se estableció un acuerdo político para permitir que poco a poco las votaciones de distintas partes del país fueran concurrentes y con esto, concentrarlas en un mismo día. Por esto el 6 de junio se eligen 15 Gubernaturas, 1,925 Alcaldías y se renuevan 21,368 cargos de distinto tipo que incluyen a los 500 Diputados Federales. A su vez, estamos llamados a votar casi 95 millones de ciudadanos mexicanos radicados en el territorio nacional y desde el exterior.
A pesar de lo apabullante de los números y de la logística que esto implica, la realidad es que, para cada uno, la elección en su estado, municipio o alcaldía y la del diputado de su entidad es lo que más importa, porque son esos resultados los que determinan las decisiones trascendentales que impactan de manera directa e inmediata la vida cotidiana de cada uno.
Por más doloroso que sea, las tragedias, dificultades, abusos o mediocridades que ocurren en tantos y tantos lugares del territorio nacional pueden llegar a generar una reacción de indignación y solidaridad en lugares muy lejanos, pero no determinan las razones que llevan a cada uno a decidir su voto. Por eso, digan lo que digan López Obrador no está en la boleta. Es probable que para algunos electores el sentido de su voto sea la evaluación al gobierno en su totalidad o a la figura misma del presidente. También un voto puede reflejar la polarización de las marcas partidistas, pero en corto, a la ciudadanía lo que le importa es quién lo va a gobernar en lo inmediato y es ahí donde se concentra la disputa democrática en estas elecciones intermedias.
Tal vez esto explica la diferencia que vemos en las campañas de los partidos políticos y sus alianzas respecto a lo que se contrasta en las calles de cada entidad. Propuestas como volver a echar a andar el Seguro Popular, crear refugios para mujeres o instalar guarderías para los hijos de madres trabajadoras sin seguridad social, difícilmente son argumentos que definan por quien votar. Tampoco el llamado a refrendar el camino iniciado con el nuevo gobierno parece ser un argumento único que estará en la casilla a la hora de votar, sobre todo porque los logros, grandes o pequeños, se enredan con el debate de la mañanera de cada día. No hay pausa y esto no permite hacer un balance, sobre todo cuando hay muy pocos espacios para hacerlo ya que las principales voces de los medios de comunicación masivos lejos de
ofrecer elementos de análisis han tomado partido generalmente de manera muy crítica respecto al gobierno actual sin ofrecer contrapesos.
Lo local sin embargo funciona distinto. Ahí está la experiencia directa de la ciudadanía que saben que, por ejemplo, si no hay agua en su entidad o incluso colonia, hay razones que lo explican y no se trata de ir tan lejos como al asunto del calentamiento global ni mucho menos. En entidades como la Ciudad de México es clarísima la relación entre carencia del vital líquido con problemas estructurales de falta de mantenimiento o cambio de tuberías que dejan escapar millones de litros de agua. Más grave aún es que esto ocurre por la desertificación del suelo que la Ciudad ha experimentado a causa de la construcción desmesurada y truqueando la ley por parte de empresarios junto con autoridades inescrupulosas que lejos de representar a sus ciudadanos literalmente han vendido cada metro cuadrado de su entidad.
Por otro lado, temas como la inseguridad no pueden entenderse sin un contubernio entre las autoridades locales y las mafias en lo que Samuel Schmidt y Carlos Spector han llamado, Crimen Autorizado, que lejos de la idea de que hay un crimen que las autoridades combaten, los autores demuestran como los grupos delincuenciales lo son porque pueden operar de manera coordinada al amparo de alguna autoridad. Un ejemplo puede verse en municipios o alcaldías donde entre más se atrinchera un gobernante o pretende blindar su demarcación como oferta de protección, en lugar de cooperar con las autoridades de sus estados e incluso a nivel federal, en realidad esa intención de amurallarse está encubriendo algo porque la inseguridad nunca es un asunto solo de malandros callejeros, sino que puede constituirse como una estructura protegida desde las mismas instancias de poder. Pretender que aislándose de la lógica nacional o estatal se puede resolver un problema tan grave como la inseguridad está lejos de ser ingenuidad, es querer gobernar con el control que da el miedo colectivo.
Es probable que algunos ciudadanos definan su voto a partir de la campaña para contrarrestar al gobierno actual, que sea la marca electoral más que las propuestas con lo que lleguen a las urnas. No obstante, insisto, a la hora de la hora y por el tipo de elección que tenemos enfrente, la necesidad de resolver lo inmediato, de poner un límite a los abusos que las autoridades locales generan, a exigir transparencia y rendición de cuentas, a remover estructuras de poder anquilosadas serán factores determinantes para cada uno.
Desafortunadamente esta elección toca tantos intereses en lo local que hemos visto una violencia política sin parangón en lugares y sobre personalidades que no figuraban en el mapa político nacional. Esta violencia de distintos niveles e impactos que van desde horrendos asesinatos hasta un ataque frontal a las campañas de adversarios candidatos y candidatas, lo que muestra es que también en lo local se están tocando intereses muy incrustados que esta elección está visibilizando como nunca antes. Dado este escenario, es probable que incluso aquellos sectores que manifiestan desilusión y molestia en torno a la figura de la presidencia que en lo general concentra gran parte de la atención y críticas, dejen en segundo plano su malestar cuando lo que se está decidiendo es el futuro mismo de la localidad donde cada uno vive.
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