Diego Martín Velázquez Caballero
Los ataques literarios del PRIANRD a Claudia Sheinbaum así como la confrontación ideológica contra Israel, toman los aspectos del odio más viejo del mundo; sobre todo porque se sustenta en las falacias y egoísmos de siempre. Durante el segundo mes de la campaña, luego de que los ataques iniciales no funcionaran, comienzan a emerger los señalamientos respecto de los nexos de las redes internacionales comunistas y el circulo familiar de Sheinbaum Pardo, en una otra etapa de la guerra sucia.
Los señalamientos son ridículos. Algunas expresiones se afirman como periodísticas, pero, en verdad, retoman las ideas de Salvador Borrego y Traian Romanescu. La búsqueda en el pasado familiar de Claudia Sheinbaum se parece más a una narrativa de Traian Romanescu, la idea de rastrear desde Bulgaria, Lituania, la URSS, Cuba y finalmente Panamá, deja señalada la historia de una membresía comunista internacional que conspira en diferentes regiones. No pudo ser así, considerar que los grupos comunistas tuvieran ese nivel de activismo sin la intervención de los Estados Unidos o la propia fuerza del grupo TECOS -uno de los principales bastiones del anticomunismo filonazi- en Guadalajara, permite entender la estúpida intentona de biografías prohibidas sobre Sheinbaum como ensayos de perversión historiográfica.
Si el círculo familiar de Claudia Sheinbaum Pardo hubiese tenido los antecedentes militantes que las biografías panfletarias pretenden, dichos personajes hubiesen terminado como las víctimas de la Guerra Sucia que la DFS y Estados Unidos ejecutaron en Latinoamérica. Es más interesante indagar el presente de los nexos de Sheinbaum con los candidatos actuales, existen personajes en el PRIANRD y Morena que buscan la representación electiva, pero son altamente cuestionables, más que los comunistas venidos de Europa del Este. Existen criminales de verdad como candidatos que, más que a la URSS y los comunistas cubanos, hay que preguntar a la CIA y la DEA, las razones de que los dejen competir si, en verdad, a Estados Unidos –superpotencia viva- le preocupa el narcoestado.
En fin, que la lectura de Traian Romanescu debería de ser dejada de lado. La creatividad del equipo que busca impulsar a Xochitl Gálvez habría de circunscribirse al presente. En efecto, es fundamental conocer la influencia que tuvo la Jefatura de Gobierno, desde la época de Cuauhtémoc Cárdenas, en la descomposición y faccionalismo de la izquierda mexicana, particularmente la focalizada en la Ciudad de México.
Generar el conspiracionismo judeo masónico comunista alrededor de la figura de Claudia Sheinbaum es algo que la derecha, e izquierda mexicana, deberían dejar de lado. Si la política mexicana se muestra atrasada por el nexo caciquil que la mayor parte de los grupos realiza, asumir el anticomunismo montuno termina en el ridículo mayor y uno de los errores más grave del PRIANRD.
Es verdad que nuestro país tiene enormes rezagos históricos en la cuestión racial indígena, pero también es cierto que desde hace mucho tiempo, Iberoamérica es multirracial y multiétnica. La mexicanidad se ha nutrido de muchos aspectos positivos provenientes del exterior. De ahí que ha sido equívoco la trama de complot mongol que están tratando de imponer sobre Claudia Sheinbaum.
De igual forma, la izquierda mexicana reacciona equívocamente ante el conflicto árabe-israelí. Existe una judeofobia incomprensible animada por un fanatismo respecto del fundamentalismo musulman terrorista. Es incomprensible los ataques de los medios periodísticos progresistas hacia Israel y, al mismo tiempo, el empoderamiento publicitario que pretenden hacer de Claudia Sheinbaum. Parecen dos cosas diferentes, pero, al final, la cuestión se termina enlazando en la judeofobia.
La candidata presidencial de Morena no ha negado sus vínculos de ascendencia con la nación de Abraham, ¿Cómo se podría dejar de unir la cuestión árabe-israelí con Sheinbaum? La judeofobia en México tiene un doble rasero, derechas e izquierdas deben aprender a conjurar este terrible virus que invade y corrompe de una forma grave.
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