Divagaciones de la Manzana
Martha Chapa
Un tanto predecible y generalista resultó la agenda que nos dieron a conocer para efectos del primer encuentro entre los presidentes de Estados Unidos y México.
Eran si, esperables, los temas de migración, el T-MEC o la pandemia del coronavirus, con un cero anticipado de vacunas de EUA a México. Y así, como eran evidentes las coincidencias, también las diferencias existentes, especialmente por lo que se refiere a los asuntos en materia energética, donde mientras aquí insistimos en la producción de energía no renovable, y en buena medida contaminante, allá está decidido el uso preferencial de energías renovables. Un punto fundamental, ya que en el propio T-MEC se establecen lineamientos a observarse y cumplirse junto con Canadá, que igualmente presionará en ese sentido.
Respecto a migración, hay afinidad sobre todo en lo que respecta a incentivar el desarrollo regional en países centroamericanos como El Salvador, Honduras, y Guatemala para detener el flujo migratorio hacia Estados Unidos, en lugar de reprimirlo, aunque falta clarificar el caudal de recursos financieros y tecnológicos que se destinarán para que así ocurra. Y por lo que toca el libre comercio, por anticipado Joe Biden brindó su apoyo desde que llegó a la presidencia, coincidiendo con nuestro interés nacional.
En lo personal, me hubiera parecido que una de las prioridades que no se incluyó fueran el desarrollo económico de ambos países, que merecía un análisis y discusión más amplia, al igual qué acuerdos bien delineados en forma, fondo y tiempos de ejecución, sobre todo en nuestro caso con la parálisis económica que padecemos.
También, otros temas que se omitieron y son relevantes: la seguridad y el tráfico de armas en nuestras fronteras.
Como se esperaba, la reunión se desenvolvió en un clima de respeto y ánimo conciliatorio, tras de los desplantes de nuestro presidente de no saludar y felicitar
oportunamente a Joe Biden, una vez electo Presidente de los Estados Unidos, como de hecho lo hicieron la gran mayoría de mandatarios del mundo, sin distingos de ideologías.
Ojalá la reunión haya servido especialmente para que recapacite el presidente López Obrador, no se aísle y modere sus posiciones estatistas y reencauce su participación con un nacionalismo bien entendido e inteligente, ya que Estados Unidos y Canadá sellaron en plena coincidencia su calidad de aliados irrestrictos y el cumplimiento riguroso de las cláusulas del T-MEC, mientras que México adopto apenas hace unos dias una ley promonopólica y excluyente en materia de energía eléctrica.
En todo caso, suponemos que es un primer encuentro y que deberá abrir cauces al diálogo y del que obtengamos el máximo aprovechamiento posible para nuestro país, su economía tan averiada por tantas decisiones erráticas de la presidencia, independientemente de los efectos perniciosos de la pandemia del coronavirus, que hay que decirlo, ha sido igualmente tratada con contradicciones, deficiencias e ineptitudes.
No hay que esperar mucho tiempo para saber igualmente lo que no se dijo y pactó antes y después del encuentro, y lo más importante, comprobar si el resultado de las negociaciones nos beneficiaron y beneficiarán.
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