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Una familia ejemplar

A la familia de don Francisco y doña Carmen

Somos privilegiados al tratar a una familia de veracruzana asentada en Ciu-dad Juárez desde hace muchos años. Llegaron aquí con el propósito de cruzar a los Estados Unidos, pero cambiaron sus objetivos al integrarse a la creciente industria maquiladora; con muchas dificultades pudieron sobrevivir, conseguir trabajo, es-tudiar y poco a poco prosperar.

La familia está integrada por don Francisco, ahora jubilado pero con planes de seguir trabajando; su esposa Carmen quien nos asiste en casa y sus cuatro hijos, un hombre y tres mujeres, todos con casa propia.

Al conocerlos nos sentimos muy emocionados e inspirados porque aunque sus ingresos son limitados tienen un clima familiar de solidaridad y cariño. No tie-nen ningún problema para reunirse en un lugar a celebrar un cumpleaños, pagar juntos la cuenta y pasar un tiempo agradable.

La señora Carmen es generosa en extremo; solía llegar a casa un día a la se-mana, temprano, con un poco de huevo guisado y unos frijoles negros, que por acá no se conocen, y nos los compartía logrando que hiciéramos a un lado cereal y gra-nola puritanos por probar esa delicia. Posteriormente ha estado llegando con masa para tortillas y comemos éstas recién hechas con una rica salsa. ¿No mueren de envidia?

Las hijas trabajan en la industria maquiladora y como nota común son perso-nas muy empeñosas que han logrado ascender en la escala de responsabilidad y a la vez formar sus propias familias y atender a sus padres.

Los señores y sus hijas viven en Riberas del Bravo, zona que amerita atención y cuidado. Esta familia sin embargo hace de sus casas su lugar digno de esparci-miento y organizan frecuentes fiestas en las que los principales y permanentes in-vitados son su familia y los niños de las casas vecinas. Apenas ayer estuvimos en un cumpleaños donde disfrutamos un rico guiso, pastel y la algarabía infantil al intentar romper una piñata de las de ahora que requieren entre 400 y 500 golpes para romperse. ¡Qué diferencia con las piñatas de antes que se rompían con un solo golpe! ¿Qué si no se que el barro es peligroso? Pues sí, pero eso le confería un poco de aventura al arrojarse en pos de dulces y cacahuates. Niñas y niños saltan en un brinca-brinca mientras que en una bocina se escucha música de Cri-Cri, de Cepillín y del Chavo para el público infantil que es tratado con decoro y respeto por todos. Ya vendrá la música de banda de los MS.

Los niños llegan con regalos, rompen la piñata y se forman para recibir una bolsa de dulces y una rebanada de pastel. Las bolsas de dulces son de celofán ce-rradas con un listón rizado y contienen golosinas saladas y dulces elegidas con es-mero. Además nos regalan una paleta Payaso, ya legendaria, con su ojos de gomita

verde y su interior de malvavisco cubierto de chocolate. Los niños disfrutan sin pelear y pasan un buen tiempo al igual que sus padres que los cuidan desde lejos.

Todos son personas trabajadoras y estimables que han venido de lejos a que-darse en Juárez luchando y superándose a diario y en su generosidad ayudando a otros familiares que recién llegan buscando mejorar su nivel de vida.

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