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Caso Ricardo Anaya, lo Legal y lo Ético

Recientemente los panistas hemos tenido arduas discusiones sobre el comportamiento de nuestro Jefe Nacional, Ricardo Anaya Cortes, ya que el sistema de comunicación social del PAN ha tenido un gran vuelco hacia su persona, en imagen, sonido, prensa y las innumerables giras que ha hecho a lo largo y ancho del país, como si anduviera en campaña; la pregunta es si se ciñen a una conducta ética y adecuada a un presidente de un partido político, sobre todo, ante la posibilidad, nunca negada por él, de que llegue a aspirar a la candidatura del Partido a la Presidencia de la República.

Los argumentos a favor, están basados principalmente, en que los estatutos del Partido no lo prohíben, y que Ricardo Anaya, como Presidente Nacional, no solamente tiene el derecho sino la obligación de promover los principios del Partido y de impulsar la agenda política del mismo, más aun ante la posibilidad de que en las próximas elecciones federales el PRI pierda la elección.

Los que argumentan a favor dicen que Ricardo Anaya, personifica el principal perfil de la mayoría de nuestra población, que es joven, ambiciosa, que tiene un gran futuro hacia adelante y que aspira a salir en este siglo del subdesarrollo, por lo que necesita para ello un liderazgo joven, inteligente, echado para

adelante, que represente el futuro prometedor de nuestro país.

Sin embargo, hay quienes piensan que Ricardo Anaya no debe impulsar su imagen personal, ya que el Partido pierde la institucionalidad que lo ha caracterizado. De ser un Partido serio, ético, respetuoso de las reglas del juego y de las instituciones, con el impulso de su imagen, Ricardo Anaya viola las reglas de la ética y de la civilidad política, aprovechandose de los cuantiosos recursos públicos que tiene el Partido para su beneficio personal.

Si la intención de Anaya es su postulación como candidato a la Presidencia de la República, debe dejar el piso parejo para los demás aspirantes a la Presidencia, dígase Margarita Zavala, Rafael Moreno Valle, Gustavo Madero, Miguel Márquez, y los que se acumulen.

Las dos posiciones son respetables, ya que dentro del PAN pregonamos la libertad de expresión a plenitud. Sin embargo, veamos la situación en particular; la conducta de Ricardo Anaya, indudablemente que es legal, ya que no viola estatuto alguno del Partido, pero, ¿acaso esa conducta de nuestro Presidente Nacional es ética?

Para analizar esto, definamos primeramente qué es la ética. Al respecto, he recurrido a mi hermana, la Dra. Yolanda Angulo Parra, quien es una filósofa reconocida, experta en el complejo mundo de la ética. Nos menciona en su libro Ética y Valores 1 (Editorial Santillana, Tercera Edición, 2004): “la ética es la

reflexión y sistematización filosófica sobre la moral”, por lo que de allí nos lleva a definir qué es la moral. Al respecto, Yolanda Angulo señala en su libro que la “Moral es el conjunto de normas, reglas, principios, valores y costumbres que rigen el comportamiento de los grupos humanos, dictado por instituciones como la familia, la Iglesia, la escuela o los medios de comunicación.”

Es preciso dilucidar que en este corto espacio editorial es muy difícil realizar un análisis profundo de la conducta de Ricardo Anaya, basado en los principios de la ética y la moral.

Lo que si podemos poner sobre la mesa es un hecho poco conocido, inclusive por los panistas, que es el que en la última asamblea nacional del PAN el propio Ricardo Anaya promovió un cambio estatutario que se contenía en el art. 83, numeral 1 de los estatutos, que impedía a los dirigentes del Partido, postularse como candidatos “...durante el periodo para el cual fueron electos como dirigentes”, y en su caso, el estatuto establecía que deberían renunciar a su cargo “…antes del inicio legal del proceso electoral correspondiente.”

Lo anterior, nos lleva a concluir que Ricardo Anaya, simplemente ajustó a su conveniencia los estatutos del Partido que dirige, a fin de postularse como candidato a la Presidencia de la República durante el período que funge como Presidente Nacional del PAN. No encuentro justificación alguna para haber promovido este cambio en los estatutos, que las razones que se dieron cuando

fue introducido como candado, fueron precisamente para evitar inequidades en el desarrollo de los procesos de selección de candidatos, y hacer que los dirigentes del Partido se concentren en su gestión y no en la persecución de intereses personales de querer fungir como candidatos postulados por el propio partido que ellos dirigen.

Creemos que este cambio de estatutos no tiene justificación alguna, y consideramos falto a la ética y moralmente inaceptable que Ricardo Anaya haya promovido tal reforma, con el único fin de pavimentar su propia ambición hacia la Presidencia de la República.

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