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De lo hipster

Vamos a desayunar Maru, Osvaldo y yo por el rumbo de la avenida Álvaro Obregón, en la ciudad de México; las zonas donde se desarrollan las novelas de Sainz, Agustín y Chávez Castañeda.

Nos sentamos en un lugar que elijo sin darme mucha cuenta del concepto porque lo encuentro interesante desde lejos y me parece una alternativa a los famosos bisquets de la esquina de Mérida y Álvaro Obregón, los originales. Desde ese momento comienzo soy hipster sin percatarme. Ocupamos una mesa exterior, miramos a los viandantes y a los de las mesas vecinas, algunos con sus perros echados bajo la mesa.

Osvaldo y Maru me dicen que los hipsters, que abundan en la Roma y en la Condesa, son de clase media, edad mediana, con un concepto especial del disfrute y del gasto. El restaurante en el que estamos se llama Peltre y por supuesto los trastes en son de este material. En lugar de que uno ordene a un mesero, primero hay que ir al interior y pagar la cuenta y luego esperar que sirvan. Mi interpretación de este mecanismo es que las personas se van sin pagar. Lo que comemos está sabroso pero como ya apareció el tema de lo hipster yo los interrogo; me dicen que los hipsters o hipstéres adquieren objetos vintage, comen en ese tipo de lugares y pueden hasta sentirse fascinados por el peltre como un descubrimiento reciente y fascinante de lo ordinario.

Estas colonias han sufrido una apreciación en el valor del suelo; hoy en día atraen a muchos jóvenes porque abundan bares, restaurantes y comercios alternativos. Sin embargo estos enclaves son una escenografía aparte. Una heladería, lejos de envejecer, es ahora vintage. No pasó por la modernización sino que esperó el premio de los años.

Me asomo a la palabra hipster y me lleva a los terrenos de la sociología y de la antropología cultural. Desde la definición que ofrece la sociología, lo hipster es una subcultura, lo que se entiende como una alternativa o resistencia a la cultura dominante. Aparecen destacados los nombres de los beatniks, lo que nos remonta en un soplo ochenta años atrás y de lo indie,; lo antagónico, lo orgánico, lo acústico, lo natural son expresiones soft de otredad; la diversidad es digna y es aceptable. Tiene un costo extra pero lo que pago es el compromiso con esa causa buena onda y el pertenecer a una capa que no pide otra identificación. Desde la izquierda ortodoxa if there’s still one left, los hipsters son pequeño burgueses que no renunciarán a sus privilegios en aras de la revolución proletaria; desde el sistema dominante, son una franja del mercado que requiere una mercadotecnia a la medida que les haga cooptables.

El riesgo de transitar por caminos “poco transitados” es que son vías con un costo adicional, veredas marginales de un parque temático que se pagan con peaje verdadero.

No me doy cuenta en ese momento que estoy inscrito en lo hípster porque en lugar de comer unos huevos rancheros, café con leche y un pan, pido un omelette a las finas hierbas , ¡mochilas!, con queso de cabra, café expreso y pan tostado.

canchol@prodigy.net.mx

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