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Peña Nieto y Cela (salvada la enorme distancia)

A Camilo José Cela le fue otorgado el Nobel de literatura en 1989 debido a su “rica e intensa prosa, la cual, con una compasión contenida, forma una desafiante visión de la vulnerabilidad humana”. Así lo anunció el comité otorgante de la Academia Sueca. El autor de las novelas La familia de Pascual Duarte y La Colmena, entre muchísimas otras obras, recala en mis neuronas gracias a la gracejada de un muy su antónimo en numerosos sentidos. Innecesario es nombrarlo en este momento.

Podríamos decir que lo que les acerca a uno y otro son sus manifiestos rasgos superficiales. Por ejemplo, sabemos de ambos por su uso de la lengua española. Antes de que recuerde usted a mi santa madre, deseo subrayar que dije que uno la usó y el otro todavía lo hace, sin embargo, para nada son comparables sus habilidades en el hablar o el escribir. La diferencia es abismal, eterna, quizá tanto como la de sus estaturas –vaya, creo que me he metido en un berenjenal–… ¿a cuál estatura se refiere? Bueno, también son copartícipes de su militancia vitalicia en las derechas, aunque uno alejado de los curas y el otro siempre al acecho de las sotanas de la alta jerarquía.

En todo lo demás, las contradicciones salen a flote.

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El significado del verbo intransitivo joder es variopinto. Según los señorones de la academia –añejada institución a la que perteneció Cela más de la mitad de su vida– va desde practicar el coito, hasta destrozar, arruinar o echar a perder algo; pasando por aguantarse o fastidiarse, poseer sexualmente a una mujer o molestar o fastidiar a alguien, con el bono extra de utilizarse también como interjección para expresar enfado, irritación o asombro.

Joder es posiblemente el más universal de los verbos en la lengua castellana pues lo mismo comprenderá una chicana de la zona de Humboldt Park en Chicago, que un porteño de Chacarita, un curro asturiano, un chero sonorense o un chilango de los que se sienten los neoconquistadores de la Riviera maya, aunque sean choferes de una combi.

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“Estoy seguro que los anteriores presidentes [dijo que los anteriores, no sabemos mucho del presente] no han tenido otra misión más que esa: que a México le vaya bien. Nadie despierta, no creo que un presidente se levante, ni creo que se haya levantado pensando, y perdón que lo diga, cómo joder a México, [sino] siempre pensando en cómo hacer bien las cosas para México", dijo Enrique Peña Nieto, presidente de la república, el martes 25 de octubre en el Foro Impulsando a México, del grupo financiero Interacciones.

Sin duda alguna, a los mexicanos se nos ha pasado la mano criticando al hombre de Los Pinos. ¿Cómo pensar que quien ostenta tan honorable cargo siquiera tuviera la malévola intención de dañar a quien se debe las veinticuatro horas del día?

Si así fuera, no se habría resuelto con prontitud y excelsa eficacia la verdad sobre los desaparecidos en Iguala. Quienes jodemos en realidad, somos todos aquellos que percibimos una

escalada en la violencia, simple problema de percepción, como dice nuestro democrático gobernador de Chihuahua, en sintonía con los encargados de la seguridad y la justicia a lo largo y ancho del país.

Tampoco nos habría obsequiado con tan maravillosas reformas estructurales como la energética. ¡Oh, grandiosa reforma que nos permite gozar de hidrocarburos importados a precios cada día más altos! ¿Y qué decir de una electricidad cuyos precios van en carrera galopante rumbo a la cima del placer por pagar más y más? Gracias también por permitir que las compañías trasnacionales hieran el territorio nacional para extraer el gas que nos encamina de manera decidida por el rumbo del progreso y la solidaridad con los pobres inversionistas, aunque a los dueños originales de la tierra se los lleve el carajo.

Claro que a nadie se jode con tan profunda y esperada reforma educativa. Debido a tan profesional oficio, nuestros jóvenes ya son sujetos de una formación adecuada para enfrentar los retos de un mundo globalizado. Ya no aportaremos mano de obra barata e ignorante para el desarrollo de la humanidad.

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Hay muchos que dicen que Enrique Peña Nieto es un jodido político ignorante. Otros lo califican de astuto priista que para beneficio propio y de su corte, siempre obediente a los mandatos de los que realmente ejercen el poder en el mundo, solamente despierta para seguir jodiendo.

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En 1977, el rey mataelefantes de las Españas designó a Camilo José Cela como senador y como en toda sesión legislativa, se mantiene el interés de todos los miembros en la trascendencia de las discusiones diarias. Don Camilo cerró sus ojos y el presidente de la Cámara le espetó:

–¡Señor Cela, está usted dormido!

El escritor-senador respondió de inmediato:

–No, señor, no estoy dormido; sólo estoy durmiendo.

–¿Acaso no es lo mismo? –le respondió el presidente.

–¡Claro que no es lo mismo! No es igual estar dormido que estar durmiendo, como tampoco es lo mismo estar jodido que estar jodiendo.

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En este 2016 se cumple el primer centenario del nacimiento de Camilo José Cela. Mientras tanto, en México, cumplimos otro centenario más de estar jodidos, con un régimen y un sistema global que a diario se la pasa jodiendo… Y ya viene el quinto año del jodido que seguirá jodiendo, aunque no lo piense siquiera por un momento.

mawyaka@hotmail.com

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