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Crisis y nacionalismo

Cuando la dictadura militar argentina se vio en peligro debido a su corrupción, lanzó un llamado nacionalista y le declaró la guerra a Inglaterra. Dicen que para ser su primera guerra no le fue mal porque quedó en segundo lugar. La derrota abrió la puerta a la vuelta a la democratización, la que no termina, y no se cierran las heridas producidas por los militares.

Hitler consolidó su ascenso al poder llamando a los alemanes a unirse para limpiar las afrentas de la derrota de la primera guerra mundial. Creó la mayor tragedia humanitaria de la historia y convirtió a los alemanes en culpables por muchas generaciones por venir.

El elemento común entre los llamados al nacionalismo es que determinan un enemigo. Para los militares argentinos fue Inglaterra y su posesión de las Islas Malvinas, para Hitler fueron los judíos y de paso, todos los que pensaban o eran distintos (comunistas, gitanos, etc.), para Trump son los migrantes.

El llamado de Peña a la unidad nacional para frenar las protestas ante el desastre económico provocado por los neoliberales recuerda inevitablemente el paso desesperado de los milicos argentinos. Peña se esfuerza en encontrar un enemigo para la nación. La opción de López Obrador se ha agotado y le queda un fantasmagórico factor externo al que culpan cada vez que no encuentran la forma de decir la verdad. En el menú se encuentra: La caída del precio del petróleo, la elección de Trump, algún tsunami en el atolón del pacífico, una tormenta solar, y hasta una flatulencia de algún rey europeo en desuso. Todo menos aceptar que son los efectos del modelo que concentra brutalmente la riqueza, agrava la pobreza y aniquila la estructura industrial: “La mejor política industrial es la que no existe” concepto importado de España.

El Estado rentista que explotaron los neoliberales para privatizar todo lo posible y convertirse en beneficiarios directos de lo privatizado, llegó a su límite. El llanto plañidero de la muerte de la gallina de los huevos de oro, es el intento para que disculpemos la tremenda corrupción que asola al país desde la llegada nefasta de los neoliberales. No se trata de que sus antecesores no fueran corruptos, pero como dijo un diputado: “Por favor que regrese Raúl Salinas de Gortari, el cobraba 10% ahora cobran el 30”. Por cierto, esos mismos neoliberales exoneraron al hermano incómodo y le devolvieron todo lo que se agenció de forma sospechosamente ilegal e indebida.

La crisis mexicana se puede explicar solamente incluyendo a la corrupción como factor fundamental, de otra manera caeremos en el juego de pensar que efectivamente hay factores externos que se confabulan contra México.

Peña revive un pacto económico basado en un corporativismo obsoleto, con personajes que no representan a nadie, como el líder obrero del reloj de 400,000 pesos; y cree que todos aplaudiremos con fervor porque esa foto es el preludio de la estabilidad que no llegará, porque el daño estructural que hicieron los neoliberales no lo corrigen las firmas de los líderes de las cámaras empresariales (uno se negó). La solución es modificar el modelo, labor lejana a la capacidad y deseos de los neoliberales.

Trump presenta una gran oportunidad. Frente al proteccionismo que está promoviendo México debe hacer lo mismo. Ya hay empresas que declaran que no comprarán vehículos Ford, lo mismo debe hacer el gobierno. Se debe reindustrializar el país, buscando un mecanismo que facilite integrar componentes a la industria maquiladora, esto generará empleos nacionales y fortalecerá el maltrecho mercado interno. Hay que alejarse de la idea errónea de que la solución es la inversión extranjera.

Seguramente se abrirá la revisión del TLC. Mientras Trump tiene claro lo que busca, el gobierno mexicano no se imagina lo que debe hacer, porque solo les interesa demostrar que el modelo diseñado por su maestro tiene respiro. Tiene que ser una revisión democrática, volviendo al modelo de crecimiento hacia dentro, el que sustituía importaciones, que hoy incluyen a la agricultura. Debemos dejar de importar manzanas caducas, sobrecongeladas y con precio de dumping, para acomodar en el mercado interno las que se tiran por falta de colocación.

Aprovechemos la llegada de Trump para proteger a la agricultura, aunque haya que subsidiarla. Para proteger a la industria aunque se impongan aranceles elevados para los productos importados. Y ya entrados en gastos, bueno fuera renacionalizar los bancos y utilizarlos como elemento de apoyo para el desarrollo económico nacional. Aunque todo esto le cueste sus prebendas a los neoliberales que han sabido vender la riqueza de la nación para asegurar su futuro personal en la abundancia.

Basta de un país empobrecido con elites enriquecidas.

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