Para todo efecto, el ingreso a las escuelas normales de México no depende de la Secretaría de Educación Pública federal, ni tampoco de las secretarías de educación de los diferentes estados, sino de los comités estudiantiles que hay en cada normal rural.
Esos comités, que formalmente se llaman Comité de Orientación Política e Ideológica (COPI) están organizados por la Federación Estudiantil de Campesinos Socialistas de México (FECSM), instancia que goza de dispensa histórica en materia de transparencia y rendición de cuentas porque es “semiclandestina”, como ha explicado la estudiosa Tanalís Padilla.
El poder de los Comités y la FECSM ha privatizado para todo efecto el ingreso a las normales rurales.
Por ejemplo, en 2013 la Secretaría de Educación de Guerrero (SEG) publicó la lista de los 140 admitidos a la Normal “Isidro Burgos” de Ayotzinapa. Estos admitidos fueron los mejor calificados en el examen de admisión que se aplicó a un total de 533 aspirantes, pasaron el examen médico y fueron bien evaluados por el estudio socioeconómico. Sin embargo –de acuerdo con una nota del diario La Jornada– la “dirigencia estudiantil” de Ayotzinapa hizo saber a esos 140 aspirantes y a sus padres que, “más allá de lo que publique la SEG” el verdadero examen de ingreso sería superar la “semana de adaptación” que organiza el Comité, porque así es “la tradición”.
Un normalista de nombre Bastian, que se presenta como integrante del “Comité Directivo Estudiantil” de Ayotzinapa, dice que si bien el tema se maneja con discreción, pero es un secreto a voces que la semana de prueba forma parte del proceso de selección de los alumnos de nuevo ingreso aunado al examen de admisión que realiza la Secretaría de Educación Guerrero, SEG, con la colaboración de la Universidad Autónoma de Morelos.
De acuerdo con Bastian, la convocatoria de nuevo ingreso no es sólo la que publica la SEG, sino que el Comité Estudiantil hace además la suya propia, por medio de su página de Facebook y otras redes sociales. Esta convocatoria se dirige a todos los “jóvenes que deseen estudiar en la Normal, aun cuando no se hayan inscrito ni realizado el examen de admisión”.
De este modo, si bien la SEG realiza el trámite de selección y publica los resultados oficiales (en 2015, aunque no hay clases desde hace un año, fueron aceptados 140 aspirantes para las 140 plazas disponibles), el COPI recibe a quien se presente a su “semana de adaptación”, decide quién entra y quién no y, al parecer, implementa su decisión con carácter de inapelable.
¿En qué consiste esa semana? Según algunos padres de familia, se trata de novatadas y franca tortura. Según Bastian, se trata de “ampliar y fortalecer la formación política e ideológica” y luego, al final de esa “semana de intenso trabajo y estudio”, renuncian “quienes no tengan aptitudes y se quedan los que valoran la Normal”. Es una semana “de trabajo en el campo, limpieza, ejercicios y formación política” que tiene como objeto “reconocer a los aspirantes que tienen verdadera convicción de permanecer en la escuela”. (En otra página web, el mismo Bastian aporta mayores detalles:
Los que aprueban pasan por un periodo de experiencia que consiste en resistir una semana en régimen de cuartel. Levantarse a las cinco de la mañana, trotar, labrar la tierra, pastorear los animales y luego asistir a clases de ocho de la noche a tres de la mañana. A las cinco, todo de vuelta. El que aguanta está dentro.)
El vocero Bastian explica que el procedimiento es “un filtro de selección, porque se estaba perdiendo la vocación del maestro rural y comenzaron a llegar recomendados, hijos de políticos y familias pudientes”.
Nunca faltan.
Luego, Bastian narra su propia experiencia durante esa semana: cuando llegué a la Normal, dice,
No sabía nada de política e ideología, me contaron de la revolución social, de Marx. Una amplia gama. No sólo se aprende de pedagógica (sic), nos formamos ampliamente en filosofía, sociología, derecho, en círculos de estudio sobre el cambio social, la coyuntura social, ver cómo ser agentes de transformación.
El vocero termina diciendo que “los padres de los 43 normalistas desaparecidos respetan los procedimientos de los estudiantes, aunque haya diferentes puntos de vista al respecto”. A su parecer, esos puntos de vista divergentes son parte de “los esfuerzos externos para confrontarlos” y “debilitar al movimiento social”.