Si en el espacio institucional no hay otra corriente de izquierda que el PRD y en él los últimos comunistas del viejo PCM, entonces la elección de Agustín Basave y Beatriz Mojica como dirigentes de emergencia impulsados por la crisis criminal de Guerrero-Iguala-Cocula-Ayotzinapa podría ser el fin histórico de la izquierda mexicana.
Y si Basave y su formación académica como politólogo socialdemócrata pudo haber sido el mensaje de afirmación de una opción ideológica situada a la derecha de la izquierda, en realidad la designación clave en el PRD fue la de la secretaria general: Beatriz Mojica, candidata del PRD derrotada por el PRI en la pasada elección de gobernador, pieza clave del priísta-perredista Ángel Aguirre Rivero en Guerrero y desde luego que intendente de la tribu de Los Chuchos y por tanto la verdadera dirigente del partido.
Si el PRD necesitaba enviar un mensaje de fondo sobre su involucramiento estatal y municipal en el secuestro y crimen de los 43 normalistas el 26 de septiembre de 2014, el ascenso de la derrotada Mojica resultó la confirmación de complicidades criminales. En el tema de Guerrero-Iguala-Cocula-Ayotzinapa Basave tendrá las manos atadas y por tanto su gestión será de bedel perredista, cuando tiene la capacidad para redefinir ideología, rumbo y proyecto de gobierno del partido.
En este sentido se han confirmado las previsiones que señalaban que Basave sería un interino de un año y que en el 2016 el PRD elegiría como presidente del partido a… Jesús Ortega Martínez, el verdadero jefe de Los Chuchos, para que opere el 2018 perredista, y no sólo la candidatura presidencial externa sino sobre todo el reparto de candidaturas legislativas. En esta lógica y a pesar de las advertencias tan contundentes de Basave de que “se terminaron las alianzas con el gobierno”, el silencio federal respecto al PRD en Guerrero-Iguala-Cocula-Ayotzinapa no es más que la expresión de una alianza secreta de Los Chuchos con la estrategia peñista-priísta.
Pero el caso de los normalistas seguirá como una piedra atada al cuello de Los Chuchos porque más temprano que tarde el comité de investigadores de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos tendrá que voltear hacia el PRD que gobernaba Guerrero, Iguala y Cocula, y que fue descubierto aliado a Guerreros Unidos que secuestró y asesinó a los normalistas. Emilio Álvarez Icaza, secretario ejecutivo de la CIDH y pivote de la estrategia de usar a los normalistas como un ariete contra el sistema político mexicano, tiene cada vez más problemas para ocultar la responsabilidad del PRD en ese hecho criminal.
La designación de Basave como presidente del PRD, pasando por el ridículo de Fernando Belauzarán de inscribirse en una farsa arreglada, no arregló el desaguisado interno en el partido sino que simplemente reconfirmó el control de Los Chuchos. La crisis de Guerrero había llevado al PRD a buscar alianzas internas y externas que pasaran por una limpia interna de grupos vinculados con organizaciones
criminales. Sin embargo, la figura de Mojica como secretaria general será el recordatorio permanente de que el asesinato de los 43 normalistas seguirá siendo El Tlatelolco del PRD: el asesinato de estudiantes por grupos criminales articulados al PRD.
Con un PRD en crisis de legitimidad, ideología y representación, la izquierda pierde su único referente porque la izquierda no debería estar representada por corresponsables de la Noche de Iguala y por una tribu que ha traficado con posiciones de poder; no puede, pero así será.