Después de la nominaciones a la estatuilla del Óscar el pasado 15 de enero, empezaron los problemas, o por lo menos los chismes y reniegos. De 20 nominaciones, ninguna fue para alguien de “color” y todas para los artistas de tez blanca. Aparecieron tweets, artículos, y opiniones en todos los canales. ¿Cómo era posible que sólo blancos fueran nominados?, preguntaban sorprendidos. A mí lo que me sorprende es su sorpresa.
Bajo el marco histórico la industria cinematográfica siempre ha sido de hombres blancos. Sé que suena como un cliché, pero es cierto. Durante toda su historia, Hollywood ha pertenecido a cuarentones blancos. Sólo por un tiempo, en los años treinta, las mujeres fueron las más importantes al ser directoras y guionistas, pero su reinado no duro mucho. De ahí en adelante Hollywood ha sido un club de “blancos solamente.”
Bajo el marco social, los movimientos sociales de los setentas intento incluir artistas de color. Pero mientras la televisión, la música, la literatura, y los espacios de gobierno han logrado un cambio hacia la diversidad cultural, el cine no lo ha conseguido. Son muy pocas las películas dirigidas por “minorías” y mucho menos las historias contadas sobre “nuestras” experiencias. Los pocos directores mexicanos cuentan historias “gringas” y los pocos actores mexicanos personifican a rateros o bandidos.
Ante el anuncio de cómo el premio Óscar es sólo para “whites” empezaron las declaraciones y las preguntas: ¿Por qué? ¿Acaso no existen protagónicos para negros? ¿Qué no existen otras historias que contar? ¿Representa el Óscar a la sociedad Americana?
Para entender esta disparidad, tenemos que saber que de todas las inversiones económicas, el cine es la mina de oro. Una película puede ganar más dinero en tres años (desde su el inicio de su producción hasta su proyección) que cualquier otra inversión en el mundo. Además, el mercado que abarca es excepcional. Es casi imposible encontrar una ciudad sin una sala cinematográfica. Existen más cines que bibliotecas, que hospitales, que cárceles, que iglesias, que oficinas, y que museos. Si tomamos en cuenta que de igual manera los personajes de cine se ven en la televisión, en video juegos, en libros, en cereales, y hasta en las iglesias (si es un película religiosa) vemos su poder y alcance.
Consumimos cine mundialmente y la conquista es de hombres blancos que ofrecen parte de la riqueza. Pero mientras se descalifica a los premios de la “Academia”, se ignoran los ataques culturales que vivimos todos los días
Tenemos una religión donde el hijo de Dios se representa como un hombre blanco, en otras religiones los profetas son blancos, las imágenes de la conquista están llenas de hombre blancos en caballos blancos. Los héroes en la historia son blancos, los héroes en los video juegos son blancos. Estamos inundados de blancura en nuestra vida cotidiana. Vivimos en un mundo donde el color de la piel es importante, donde la diferencia cultural entre un mexicano y un tarahumara se basa en el color de su tez.
¿Qué es lo que les sorprende entonces?
Un buen primer paso es aceptar que la idea de la “igualdad” no ha dado resultado. No quiero decir que no se ha “avanzado” en la inclusión de lo que se denomina “minorías” en los diferentes círculos sociales, sino que estamos estancados.
De las pocas ideas que han surgido en el campo de la educación es el termino de equidad. Esto es, que no es solamente necesario la “igualdad” entre los alumnos, sino que la “equidad” (el acceso a los recursos) tiene un importante impacto en el aprendizaje.
Mientras no se garantice “equidad” no podrá haber igualdad. Claro que se habla de que todos los niños y niñas tienen derecho a la educación, pero no es la misma experiencia en cuando a genero se refiere, o en cuanto a nivel social. El cine no es más que un reflejo de lo que vivimos.
Bajo este lente, el premio del Óscar será blanco por mucho tiempo.
¿O creen que van a dejar el negocio en otras manos de color nomas por que sí?