La Auditoría Superior de la Federación determina que la evaluación de los maestros no presenta alternativas para mejorar la calidad educativa. Tiene razón pero se equivoca, las evaluaciones sirven para medir cosas, en este caso, la calidad de los maestros y no para proponer correctivos a lo evaluado, para eso hay otros métodos. Luego entonces, de poco sirve la determinación hecha, más bien afecta, porque mete un ruido innecesario al indicar algo improcedente, pero que incide en el clima político del país, sin plantear canales de superación de la turbulencia existente, más la contribución del ente evaluador.
La voz de la Auditoría superior es muy importante porque supone ser el ente calificado para evaluar al gobierno, cosa que ha empezado a hacer con cierta seriedad, aunque sus conclusiones normalmente tienen muy poca o nula importancia para la vida del país, porque al paso de sus denuncias pocas correcciones de fondo se hacen.
Sin embargo, y tal vez para corregir el error, también agregan que el gobierno no formula políticas para elevar la calidad educativa, lo que es cierto. Y es que tal vez la reforma educativa se formuló con un propósito político y no educativo.
Por su parte, el gobierno avanza firme en la parte punitiva de la reforma. Han encarcelado a un líder sindical y anuncian su intención de encarcelar 4 más. También anuncian la intención de despedir a miles de maestros que no se evaluaron. El garrote antes de la zanahoria. El golpe es contra el sindicato.
Sería importante que dieran a conocer datos precisos sobre cuál fue la calificación de los evaluados, cuáles fueron las carencias y un análisis sobre el origen de las mismas, qué se hará para remediar las carencias y cuántos miembros del magisterio serán sujetos de las medidas remediales. De paso será útil conocer el costo del remedio y el escenario de tiempo en que se logrará su aplicación.
Nadie en su sano juicio puede negar que el país necesita una fuerte sacudida en el sector educativo, la que en primer lugar debe romper con viejos paradigmas políticos, especialmente el que convirtió utilitariamente al sindicato magisterial en un ejército de operadores políticos al servicio del sistema priista y después corregir los desequilibrios derivados de la pauperización en el sector.
Es incorrecto plantear que el sector educativo está lleno de gente irresponsable. La realidad es más bien la contraria. Hay mucha gente dispuesta a trabajar fuerte para que México deje de pasar vergüenzas en la calificación que hacen los entes de evaluación internacionales, y que se deje de tratar de incidir en los exámenes locales para salvar la vergüenza especial de ver su centro de trabajo retratado como deficiente. Para esto deben corregirse los vicios que han permitido, entre
otras, las escuelas patito que engañan a sus clientes, porque así es como tratan a sus estudiantes y sus familiares.
Ahora se ha presentado el caso de la trivialización de la defensa de los Derechos Humanos, porque hay estudiantes reprobados que acuden a las comisiones, especial atención hay que prestarle a la de Chihuahua, como si la sanción por no cumplir con los requisitos de aprobación fuera violatorio de sus derechos humanos.
Mucho trabajo ha costado poder arrancarles a los políticos su influencia en los procesos educativos. Durante mucho tiempo las universidades tuvieron listas de recomendados para ingreso, éstos que tenían un desempeño escolar pobre, le quitaban un asiento a alguien más interesado en estudiar, y el resultado era que reventaban durante el primer año, porque si habían sido incapaces de aprobar un examen de ingreso, era claro que no podrían avanzar en el nivel universitario.
La distorsión más grave ha sido la politización corporativa del magisterio y la construcción de un brazo político muy poderoso que servía para los propósitos del estado autoritario mexicano.
El hecho que la miopía política haya inhibido la noción de utilizar al sindicato para construir un sistema educativo robusto, tiene que ver con una idea elitista de que los hijos de la élite se educan fuera del país, mientras que domésticamente se lumpeniza la educación, tal vez por eso, los salarios del sector se encuentran entre los más bajos del país.
El sistema educativo ha sido muy torpe. A los funcionarios los atrae la idea de hacer reformas y éstas muchas veces se hacen al vapor y sin darle oportunidad de maduración a la reforma anterior, y otras se quedan mochas al cambio de gobierno, porque al nuevo le interesa muy poco continuar con los esfuerzos de administraciones anteriores.
Y hoy la zanahoria como incentivo para mejorar está escondida, sólo se ve el garrote.