Hace justo una semana recibí la inesperada y nada despreciable noticia de que había sido designada como la Chihuahuense destacada 2016, en el área de Literatura, que lleva el nombre de María Edmeé Álvarez. La entrega del reconocimiento se llevó a cabo en dos ceremonias, una el lunes 7 y la otra el 8 de marzo; la primera fue una fiesta, una cena de gala; la otra, la ceremonia oficial ante el Congreso del Estado; ambas en la capital del Estado. Éste fue mi discurso de agradecimiento.
Distinguidos caballeros, estimables damas:
Me siento profundamente halagada de estar con ustedes esta noche y, por supuesto, agradecida porque se me ha otorgado el reconocimiento Chihuahuense destacada 2016, María Edmeé Álvarez.
Es evidente que no se llega a este lugar por el simple deseo, primeramente, es necesario un trabajo constante, y luego, que unos ojos perciban y propongan nombres. Los integrantes del jurado llevan la parte más delicada, revisar cuidadosamente para emitir su veredicto. Muchas veces no es tarea fácil, así que debemos agradecer sus conocimientos, su tiempo y su diligencia.
En honor de quien ha dado nombre a esta presea, tengamos presentes las palabras de Eduardo Galeano:
Se escribe a partir de una necesidad de comunicación y de comunión con los demás, para denunciar lo que duele y compartir lo que da alegría. Uno escribe contra la propia soledad y la soledad de los otros. Uno supone que la literatura transmite conocimiento y actúa sobre el lenguaje y la conducta de quien la recibe; que nos ayuda a conocernos mejor para salvarnos juntos.
No hemos nacido en la luna, no habitamos el séptimo cielo. Tenemos la dicha y la desgracia de pertenecer a una región atormentada del mundo, América Latina, y de vivir un tiempo histórico que golpea duro.
Nuestra auténtica identidad colectiva nace del pasado y se nutre de él –huellas sobre las que caminan nuestros pies, pasos que presienten nuestros andares de ahora–.
El acto de creación es un acto de solidaridad que no siempre cumple su destino en vida de quien lo realiza. Se escribe a partir de una tentativa de encuentro, para que el lector comulgue con palabras que vienen de él y que vuelven a él como aliento y profecía.
La palabra es un arma, y puede ser usada para bien o para mal: la culpa del crimen nunca es del cuchillo.
Escribiendo es posible ofrecer, a pesar de todo, el testimonio de nuestro tiempo y nuestra gente –para ahora y después–. Se puede escribir como diciendo, en cierto modo: “Estamos aquí, aquí estuvimos; somos así, así fuimos”.
Ésa es la voz de un hombre que fue coherente entre su decir y su hacer.
En estas ocasiones se acostumbra citar los nombres de quienes nos ayudan en el camino. Este reconocimiento que hoy me han entregado ustedes, pertenece a muchas y diversas personas, en su nombre estoy aquí, porque todo trabajo es el cúmulo de una serie de circunstancias, y de la experiencia. Entre las primeras se debe citar a los padres, pues por su “culpa” está uno en este mundo; luego, caminamos de la mano de familiares, profesores, compañeros y amigos. Todos ellos hicieron su parte para moldear este día, unos más, otros menos, pero pensemos: simplemente, si yo no hubiese nacido en este estado, no estaría aquí. Y así, cada paso va forjando nuestra senda.
Gracias a todas esas personas que hicieron algo por mí, que me han acompañado… no quiero mencionarlas porque estoy segura que la lista sería larga y dejaría, inevitablemente, nombres fuera, error que no quiero cometer. ¡Gracias a todos ustedes también, por estar hoy aquí, conmigo!
Margarita Salazar Mendoza
Ciudad Juárez, 7 de marzo del 2016.
Quiero hacer unas aclaraciones. Una, estuve tentada a fechar mi discurso con el nombre de la ciudad como Paso del Norte, que siempre me ha parecido más poético. Cuando se le cambió el nombre –para honrar a quien pisó esta tierra–, muy abusados, nuestros vecinos rápidamente se lo apropiaron y lo acortaron: El Paso.
Siguiente: por supuesto, sí hay nombres que se aparecen de inmediato en mi cabeza, cuyos dueños han hecho mi vida más llevadera, pero hubiera sido muy aburrido mencionarlos puesto que ustedes imaginan de quiénes se trata; imagínense: mis padres,
mi abuelo, mi tía fulanita, y sutanita, mi muy amiga, mi profesora de primaria, el de secundaria, el…, la…, mangano, perengana, etc. etc.
Por último, este espacio que me ofrece El Reto, ha sido importantísimo para mí. Estar en estas páginas me ha permitido estar en contacto con gente que no necesariamente se encuentra dentro de los círculos académicos, pues la difusión del conocimiento no debe ser orientada a unos cuantos, sino que es muy provechoso dirigirnos a un público amplio. Es cosa que también agradezco.