Antes eran los profetas. Antes los Oráculos. Les siguieron los magos, luego los novelistas, después la ciencia tomó su lugar. Adivinar el futuro parece ser parte de nuestra humanidad. No es difícil encontrar a un lugar donde nos lean las cartas, el café, o las manos. Cualquier cosa para saber lo que nos depara el destino.
La ciencia nos dice que es posible viajar al futuro. El tiempo ahora es relativo.
Este verano, la serie de televisión “Viaje a las Estrellas” (Star Trek) cumple 50 años y no cabe duda que su influencia en nuestro presente es incalculable. (Cabe mencionar que su creador Gene Roddenberry nació en El Paso, Texas).
La premisa de la serie es simple: un grupo de humanos viaja por el universo en una nave espacial explorando el universo. Se trata de una serie de vaqueros en el espacio. La serie no fue muy bien recibida por la crítica, ni por el público y sólo se filmaron 79 episodios. Fue tal su fracaso que el estudio Paramount le ofreció a Roddenberry venderle la serie completa, pero el escritor no tenia dinero para comprar la serie. El año que pisamos la luna, fue cuando se transmitió el ultimo episodio.
Un día, mientras trabajaba como voluntario en el programa de Nico Lico entré a la cabina y vi como se usaban los casets (que parecían de ocho tracks) para grabar las caricaturas de los otros canales. Lo que me llamó la atención, es que eran casets usados donde estaba la historia de Ciudad Juárez grabada. Bajo mi asombro vi como entrevistas a Juan Gabriel, a Luis Miguel, a Miguel de la Madrid y López Portillo, o a las madrinitas, eran borradas. No podía creer que la historia visual desaparecía delante de mis ojos. No me he podido perdonar el no haberme robado algunos de esos casets.
Pero no pasó lo mismo con los episodio de la serie espacial. Durante los años setentas y ochentas, la serie fue un éxito para las repetidoras. Fue en el canal 5 donde empezé a ver la serie cada Jueves y me impresionó. Bajo los malos efectos especiales, y las mujeres verdes en bikini, se encontraba una crítica social que de alguna manera me afecto personalmente.
En un episodio, por ejemplo, llegaron a un planeta donde se peleaban por la diferencia de sus caras. Todos y todas tenían la mitad de la cara negra y la otra mitad blanca, pero unos en la izquierda y otros a la derecha. No era muy diferente al conflicto trata en los “Viajes de Gulliver” de Jonathan Swift (1726) donde dos reinos se peleaban por la forma de quebrar los huevos durante el desayuno.
En otro episodio, mis ojos no podían creer que un hombre blanco besaba en la boca a una mujer negra. Y mas extraño aún, en los encargados de la nave había Irlandeses, Japoneses, y hasta Ricardo Montalbán era el malo mas sexy y mas inteligente de todo el universo.
Pero a pesar de su éxito, no era todavía bien visto que a alguien le gustara la ciencia ficción. Esto fue mucho antes que la “Guerra de las Galaxias” y “Superman”. No estaba de moda ir al cine a ver tonterías sobre el futuro.
Lejos estaba de entender la influencia de un programa de televisión a nivel mundial. Y nunca me hubiera imaginado que lentamente me convertía en parte de una subcultura que se denominaba a si misma “Trekkies”. El programa original se convirtió en el mapa hacia el futuro sin saberlo.
Sólo basta mencionas el teléfono celular, el iPad, las pantallas planas, el rayo láser, las puertas que se abren con sensores, y las video conferencias, aparecieron primero en ese programa.
Sin embargo, la mayor influencia es nuestras ideas sobre el universo.
(continuara)