¿Qué es un Gobierno Abierto? Bueno, en lugar de soltarme a hacer definiciones académicas al respecto, en este corto espacio que tengo para mis columnas, prefiero referirme a él, a que es una nueva forma de gobernar con y para la gente, a través de la utilización de las tecnologías de la información que permiten mantener una comunicación directa, y en doble vía, con una cantidad incalculable de personas.
Un Gobierno Abierto tiene que trabajar a partir de una plataforma de transparencia que permita que todos puedan ver lo que el gobierno está haciendo. El gobierno, a partir del supuesto de que todo lo que se hace es abierto y público, entabla comunicación con los ciudadanos de una manera directa, no necesariamente a través de camarillas de ciudadanos privilegiados. Esto no quiere decir, que las organizaciones no-gubernamentales, cámaras empresariales, organizaciones de profesionistas, universidades, sindicatos y gremios no puedan participar.
De hecho, el paradigma del Gobierno Abierto consiste en que no hay limitaciones ni condiciones para la participación del ciudadano en expresar sus opiniones e ideas hacia el gobierno, sino que el ciudadano puede aportar, sugerir, contribuir, opinar, apoyar, rechazar, es decir, hacer lo que se le venga en gana respecto a lo que el gobierno hace, sea de forma individual o colectiva.
Ahora bien, el reto y la importancia del sistema de Gobierno Abierto, es que el gobernante tiene que responder invariablemente a lo que el ciudadano dice, sugiere, opina y en algunos casos, manda.
Por lo anterior, uno de los múltiples retos que un sistema de Gobierno Abierto tiene, es que es necesario cambiar en su raíz el paradigma de gobernar. Puesto en otras
palabras, conforme a la antigua teoría de la representación, antes del advenimiento del sistema de Gobierno Abierto, se creía que con ganar una elección, el gobernante tenía un especie de mandato abierto a hacer lo que su leal hacer y entender dictase. Ahora, con el paradigma de Gobierno Abierto, esta carta blanca en la representación que tenían los gobernantes desaparece, para convertirse en un sistema en donde hay una doble comunicación entre gobernante y ciudadano, en el que el gobernante propone y el ciudadano opina y comenta la propuesta, y en algunas ocasiones hasta se decide con encuestas, sondeos o con referéndum y plebiscitos, o bien, el ciudadano propone y el gobierno opina y comenta la propuesta y se realizan los procesos de consenso indicados.
Por lo anterior, el principal reto corre en dos sentidos, por uno el de cambiar la percepción de los funcionarios públicos, en el aspecto de que no tienen un mando imperial, sino que están sujetos a mandatos limitados, en donde se tiene que escuchar y rendir cuentas de una manera cotidiana, haciéndose verdaderos servidores públicos, no nada más de nombre.
En el otro sentido, también hay un reto para el ciudadano, de escuchar lo que propone el gobierno y responsablemente responder a la propuesta, con opiniones fundamentadas y con afán constructivo. Así como la realización de propuestas serias, libres de frivolidades y situaciones inaceptables, por parte de los ciudadanos.
La conducción del Gobierno Abierto, es una gran responsabilidad para el gobernante que lo quiera hacer, ya que implica cambiar por completo el paradigma de la democracia representativa, para hacerla una democracia cotidiana, comunicada y en mucho sentido, directa.
El gobierno mexicano se ha obligado desde la época del Presidente Felipe Calderón, a explorar los caminos para llevarnos hacia un Gobierno Abierto. México, en 2011, participó como fundador del Open Government Partnership (“Alianza de Gobierno Abierto”), junto con 7 otros países, que ahora suman 64. Sin embargo, aunque tenemos
en México la nueva Ley General de Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, como resultado de una reforma constitucional para la asegurar la transparencia a nivel nacional, mediante la creación de un sistema que cubre al país entero, aún no tenemos en ningún lugar, propiamente dicho, un sistema de Gobierno Abierto.
Este es el gran reto de nuestro país, que puede llevar verdaderamente a nuestra consolidación democrática, a una democracia del Siglo XXI, en donde nos acerquemos más a la democracia directa de los atenienses, utilizando las modernas tecnologías de la información que, a través de la Internet, las redes sociales, los portales gubernamentales, etc., nos puedan llevar a la consolidación del desarrollo democrático que anhelamos para el establecimiento del camino hacia el bien común.