La primera vez que fui a un show de Juan Gabriel fue en el gimnasio Don Haskins en El Paso, Texas. El lugar estaba a reventar y el cantante no podía cantar sus canciones porque la gente lo hacía por el. Para mí, que soy poco asiduo a ir a conciertos de cantantes, fue una revelación ver esa conjunción entre público y artista.Cuando mi hija Noa tenía un año, conseguimos un disco sencillo con la canción Noa Noa, que ella bailaba con gusto. Ella nació antes que la canción. No teníamos ni idea de quién era el cantante. Con el tiempo, cuándo llegamos a Ciudad Juárez/El Paso nos enteramos que el Noa Noa era un cabaret y que Juan Gabriel era el artista preferido de la ciudad, el hijo pródigo aunque fuera adoptivo, como la mayoría de la población. No hay lugar o estación de radio donde no haya una referencia al cantante.La última vez que fui a oírlo, fue en la Plaza de la Mexicanidad en Ciudad Juárez, que fue insuficiente para acomodar a las decenas de miles que fueron a escucharlo. El gobierno que patrocinó el evento, argumentó que la sociedad retomó las calles, que la presentación de Juan Gabriel culminó el esfuerzo de retomar el espacio público arrancándoselo al crimen autorizado, que había asolado la ciudad remitiendo a la gente a sus casas, y muchos, ni siquiera ahí estaban seguros. Sin duda, que tal movilización de gente mostraba que Juárez volvía con energía a la “normalidad”.Tal vez ningún otro cantante hubiera hecho la proeza de sacar a la gente de sus casas (Miguel Bosé logró llevar 10,000 personas a la misma plaza en agosto de 2016) y llevarla a una fiesta de música, color y variedad artística. En ese concierto, Juan Gabriel se atrevió a impulsar artistas jóvenes locales, meter arias y varias formas de folklore mexicano. Como espectáculo valió mucho la pena. Me sorprendió que se alargara 4 horas y que él no dejara el escenario ni un minuto.Debe haber algo que explique la movilización masiva de personas, justo en una época de héroes falsos. Vivimos una época en que la gente es atraída por el glamour y las celebridades y muchas de éstas destacan por su vacuidad y artificialidad. Los científicos y humanistas tienen menos seguidores que artistas de tercera promovidos por la televisión. Los medios de comunicación construyen la imagen de artistas menores y no le prestan atención a los estudiantes que triunfan en olimpiadas académicas. Estamos en un mundo que ensalza la estulticia mientras que ignora la inteligencia.La gente en Juárez se volcaban por Juan Gabriel. ¿Fue un artista fuera de serie? Tal vez.Sus canciones son pegajosas, sus espectáculos mejoraron con los años y el supo mantenerse fuera de los escándalos. Algo le conquistó un lugar tan importante en el imaginario social y en la gula política que lo invitaba para resaltar eventos. Muchos se sintieron acompañados en sus borracheras o sintieron que las letras de sus canciones les hablaban en un lenguaje llano y sobre temas sentidos, otros más piensan que fue un compositor que generó canciones pegajosas; sin duda, pasará a la historia como uno de los grandes.Para un pueblo huérfano de líderes y acostumbrado a destruir los logros de los demás, Juan Gabriel parece ser el ejemplo del ser que se construyó a sí mismo. En las habladurías homofóbicas se manejaba que era homosexual, cosa a la que no parecía darle importancia, ni afectaba su popularidad: no era tema. Aún aquellos que lo señalaban se empeñaban por lograr buenos lugares en sus conciertos.Fue un artista caracterizado por la discreción. Uno se iba enterando de sus buenas acciones, de su filantropía, del asilo que mantenía en Juárez, y la gente veía con arrobo la casona que poseía en la Avenida 16 de septiembre, finalmente era un atractivo más en la Ciudad.Juan Gabriel se convirtió en referente mundial mexicano. Ciertamente, mucho hizo para que su ciudad adoptiva perdiera la carga de una fama inmerecida. Sin minimizar los crímenes, nunca Juárez fue la ciudad con mayor número de asesinatos de mujeres, aunque sirviera decir lo contrario. El respondió con su canción de Juárez número uno, number one. Porque su canto cruzaba el río.Ni Juárez era de Juan Gabriel ni el de ella. Mientras nacer aquí pudo haber sido un accidente geográfico, la frontera se convirtió en un tema de su obra y un elemento más de la magia y tal vez, el futuro ya lo dirá, de la construcción de un mito.
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